Frente común para visibilizar las situaciones de sinhogarismo femenino
Administraciones y expertos analizan las causas que abocan a muchas mujeres a quedarse sin hogar
“De un día para otro me vi en la calle, pensé que lo podía gestionar, pero sufrí un sinnúmero de violencia por parte de mi entorno más cercano que me llevó a un fracaso personal y a desconfiar de mí misma. Quería salir de la calle, pero me hundía más pues no tomaba las decisiones correctas y tenía un sentimiento de injusticia. Me quedé en ese abismo, cada vez te vas haciendo más invisible, te vas aislando..., porque te consideras una persona de menos valor”. Este es el testimonio de Vanesa, una mujer trans que sobrevivió sin techo y que ayer participó en la Jornada de Sensellarisme Femení organizada por la entidad Assís, en el Palau Macaya de Barcelona, coincidiendo con los actos de esta semana del día mundial de las Personas Sin Hogar. Las ponentes destacaron que el fenómeno del sinhogarismo va mucho más allá de subsistir al raso. También alcanza a las personas que malviven en habitáculos inseguros y en casas ocupadas, y a las que a cambio de un techo soportan situaciones de explotación sexual, laboral o relaciones de abuso.
Un eterno desafío es ponerle cifras. La directora general de Serveis Socials de la Generalitat, Mariona Homs, asumió que “falta formación a los equipos” y que “aún no sabemos cuántas personas sin hogar” hay en Ca
talunya. “No tenemos una foto completa. Además de las que viven en la calle, hay muchas que subsisten en hogares vulnerables, en albergues, que sufren violencia... Es necesario identificar los casos antes de que lleguen a la calle”, añadió a la vez que reconoció que “los recursos son insuficientes; estamos lejos de dar respuesta a la emergencia habitacional de estas mujeres”.
La comisionada de Acció Social del Ayuntamiento de Barcelona, Sonia Fuertes, subrayó la necesidad de dar visibilidad a todos los casos de sinhogarismo femenino oculto y determinar los factores desencadenantes, como la violencia de todo tipo que sufren y la dificultad
del proceso migratorio. “Otro gran reto es la colaboración entre las administraciones con voluntad de construir y combatir los individualismos”, agregó.
Entre las ponentes, estaba Saija Turunen, responsable de investigación de Y-Foundation, de Finlandia, hasta hace poco el único país europeo en el que había descendido el número de ciudadanos sin hogar. “Ahora parece que Dinamarca también lo ha conseguido. Lo importante es que en Finlandia todos trabajamos juntos, acabar con el sinhogarismo es posible; en el 2021 bajamos de la cifra de 4.000”, apuntó. En concreto, son 3.950 personas, de las cuales la mayoría, el 65%, viven con parientes o amigos; el 17%,
en alojamientos temporales o a la intemperie; el 10%, en residencias, y el 8%, en albergues. Cabe recordar que el concepto de “sin hogar” incluye diferentes situaciones de exclusión residencial, además de los casos más severos de sin techo.
Una investigación emprendida por una de las ponentes, Sonia Panadero, profesora del departamento de Personalidad, Evaluación y Psicología Clínica de la Universidad Complutense de Madrid, pone de relieve que el 35% del total de las 121 mujeres sin hogar encuestadas entre mayo del 2021 y junio de este año han finalizado estudios de grado superior y que el periodo sin hogar se alargaba para ellas durante una media de seis años. “El 56% ha sufrido violencia de género en el ámbito de la pareja, la mayoría antes de llegar a la calle. Si también contemplamos actitudes de control, gritos, amenazas, golpes, abusos..., este porcentaje se eleva al 67%”, indicó Panadero. El 35% presenta síntomas moderados o graves de depresión y el 26% “podría tener un diagnóstico de estrés postraumático, mientras que en hombres es del 18%”, precisó la investigadora.
Elena Sala, responsable del programa Dones amb Llar de Assís, constata que “la pandemia agravó la situación, vimos como nos llegaban mujeres muy jóvenes, de menos de 25
“Nos aislamos, vamos a sitios escondidos, no queremos problemas”, comenta Vanesa, que vivió en la calle
años, migrantes, que se dedicaban al cuidado de personas y que se quedaron sin trabajo”. Para darles una respuesta, Assís abrió un piso en el que han acogido a 12 mujeres, de las cuales cinco han conseguido regularizar su situación administrativa.
El 68% de las ciudadanas que acudieron a Assís en el 2021 trabajaban y el 62% eran migrantes. Sala lamenta que la ley de Extranjería y la denegación de las solicitudes de asilo alimenten el sinhogarismo.
Vanesa, migrante y mujer trans, alerta de la invisibilidad del sinhogarismo femenino. “Hay muchas mujeres en la calle, solo en Montjuïc... Yo he estado tiempo en la calle y te va consumiendo física y mentalmente. Nosotras vamos a sitios escondidos, nos vamos aislando, no queremos problemas. Eres tan vulnerable que cualquier ayuda que te llega tiene un interés, y al final no confías en nadie, lo das todo por perdido”, relata Vanesa, que logró mitigar su sufrimiento al acceder al centro La Llavor.c