La guerra nunca abandonó Jersón
Rusia sigue bombardeando la ciudad liberada y obliga al éxodo de sus habitantes
Jersón ha pasado a ser frente de batalla; ya no queda ningún lugar seguro en la ciudad. No lo son los complejos residenciales y aún menos los lugares públicos donde diariamente la población hace cola en busca de productos que necesita para su supervivencia, como el único gran supermercado de cadena que, con bombo y platillo, se reabrió días atrás. El viernes pasado, cuando el reloj marcaba el mediodía, dos misiles cayeron a menos de cien metros; uno de ellos en medio de una pla
zoleta por la que tienen que pasar todos los vehículos que acceden a la ciudad. Los vidrios de la fachada se quebraron; algunos clientes que esperaban para acceder al local quedaron heridos.
Una mujer mayor que iba cubierta con un abrigo rosa no sobrevivió. Nada pudieron hacer los servicios de emergencia que llegaron minutos después. El mismo destino tuvo otro hombre que se desplomó a solo pocos metros. “Es muy triste; durante meses esperamos y esperamos a que nuestras fuerzas volvieran a Jersón, y ahora que estábamos tranquilos nos atacan sin parar”. Las palabras son de Anastasia, una mujer de 48 años que iba camino
del supermercado cuando se dio la explosión. No piensa irse. Por el momento se quedará – “Creemos en nuestras fuerzas, esperamos la victoria”, dice–, pero no sucede igual con decenas de personas que, en la medida en que caen nuevos misiles y la ciudad es atacada con artillería, buscan desesperadamente la manera de salir. En las listas que circulan en las aplicaciones de mensajes se informa de las diferentes organizaciones que ofrecen el servicio de evacuación. A Mikolaiv, a Odesa, a Kyiv..., no importa.
“Hace cuatro días recibíamos cuarenta solicitudes al día, hoy hemos evacuado a 120 y hay más esperando”, explicaba ayer Volodímir en la estación de buses de Mikolaiv, la ciudad más cercana, adonde había transportado a veinte personas en uno de los minibuses de la organización Help People, dedicada a evacuaciones.
Una de las pasajeras, Natalia, no tuvo tiempo para comprar una caja donde transportar su gata, la llevaba en una bolsa de supermercado a la que le había abierto dos pequeños agujeros. Hasta el jueves nunca se planteó dejar la ciudad. Había hecho caso omiso a la invitación de las autoridades, que han ofrecido a la población (hace dos semanas permanecían 80.000 personas) a reubicarse en otras provincias mientras que pasa el invierno. Estaba dispuesta a vivir sin electricidad, sin agua y calefacción por el tiempo que fuera necesario. Las fuerzas rusas hicieron explotar la infraestructura cuando se retiraron el 11 de noviembre, desde entonces las autoridades están en una carrera por restablecer el servicio.
Ayer Oleksandr Tolokonmikov, director del departamento de Política Interna de Jersón, confirmaba que habían logrado conectar la ciudad a la red eléctrica. “Por el momento se ha restablecido en algunos lugares de
“Durante meses esperamos a nuestras fuerzas, y ahora que estábamos tranquilos nos atacan sin parar”
El suministro eléctrico se ha restablecido solo en las afueras y en lugares estratégicos
las afueras y lugares estratégicos, y poco a poco vamos a restablecerlo en toda la ciudad”, aseguró.
El regreso de la luz también significa el regreso del agua y la calefacción ahora que el frío aumenta. “No los presionamos para dejar la ciudad, pero sí les advertimos que tienen un centro de evacuación donde pueden llamar para pedir ayuda”, explica Tolokonmikov, quien reconoce las dificultades de vivir en Jersón. Por ejemplo, las farmacias no funcionan, y quien necesite medicinas tiene que ir al hospital, donde se las proporcionan de manera gratuita.