La Vanguardia (1ª edición)

La guerra nunca abandonó Jersón

Rusia sigue bombardean­do la ciudad liberada y obliga al éxodo de sus habitantes

- Catalina Gómez Ángel J

Jersón ha pasado a ser frente de batalla; ya no queda ningún lugar seguro en la ciudad. No lo son los complejos residencia­les y aún menos los lugares públicos donde diariament­e la población hace cola en busca de productos que necesita para su superviven­cia, como el único gran supermerca­do de cadena que, con bombo y platillo, se reabrió días atrás. El viernes pasado, cuando el reloj marcaba el mediodía, dos misiles cayeron a menos de cien metros; uno de ellos en medio de una pla

zoleta por la que tienen que pasar todos los vehículos que acceden a la ciudad. Los vidrios de la fachada se quebraron; algunos clientes que esperaban para acceder al local quedaron heridos.

Una mujer mayor que iba cubierta con un abrigo rosa no sobrevivió. Nada pudieron hacer los servicios de emergencia que llegaron minutos después. El mismo destino tuvo otro hombre que se desplomó a solo pocos metros. “Es muy triste; durante meses esperamos y esperamos a que nuestras fuerzas volvieran a Jersón, y ahora que estábamos tranquilos nos atacan sin parar”. Las palabras son de Anastasia, una mujer de 48 años que iba camino

del supermerca­do cuando se dio la explosión. No piensa irse. Por el momento se quedará – “Creemos en nuestras fuerzas, esperamos la victoria”, dice–, pero no sucede igual con decenas de personas que, en la medida en que caen nuevos misiles y la ciudad es atacada con artillería, buscan desesperad­amente la manera de salir. En las listas que circulan en las aplicacion­es de mensajes se informa de las diferentes organizaci­ones que ofrecen el servicio de evacuación. A Mikolaiv, a Odesa, a Kyiv..., no importa.

“Hace cuatro días recibíamos cuarenta solicitude­s al día, hoy hemos evacuado a 120 y hay más esperando”, explicaba ayer Volodímir en la estación de buses de Mikolaiv, la ciudad más cercana, adonde había transporta­do a veinte personas en uno de los minibuses de la organizaci­ón Help People, dedicada a evacuacion­es.

Una de las pasajeras, Natalia, no tuvo tiempo para comprar una caja donde transporta­r su gata, la llevaba en una bolsa de supermerca­do a la que le había abierto dos pequeños agujeros. Hasta el jueves nunca se planteó dejar la ciudad. Había hecho caso omiso a la invitación de las autoridade­s, que han ofrecido a la población (hace dos semanas permanecía­n 80.000 personas) a reubicarse en otras provincias mientras que pasa el invierno. Estaba dispuesta a vivir sin electricid­ad, sin agua y calefacció­n por el tiempo que fuera necesario. Las fuerzas rusas hicieron explotar la infraestru­ctura cuando se retiraron el 11 de noviembre, desde entonces las autoridade­s están en una carrera por restablece­r el servicio.

Ayer Oleksandr Tolokonmik­ov, director del departamen­to de Política Interna de Jersón, confirmaba que habían logrado conectar la ciudad a la red eléctrica. “Por el momento se ha restableci­do en algunos lugares de

“Durante meses esperamos a nuestras fuerzas, y ahora que estábamos tranquilos nos atacan sin parar”

El suministro eléctrico se ha restableci­do solo en las afueras y en lugares estratégic­os

las afueras y lugares estratégic­os, y poco a poco vamos a restablece­rlo en toda la ciudad”, aseguró.

El regreso de la luz también significa el regreso del agua y la calefacció­n ahora que el frío aumenta. “No los presionamo­s para dejar la ciudad, pero sí les advertimos que tienen un centro de evacuación donde pueden llamar para pedir ayuda”, explica Tolokonmik­ov, quien reconoce las dificultad­es de vivir en Jersón. Por ejemplo, las farmacias no funcionan, y quien necesite medicinas tiene que ir al hospital, donde se las proporcion­an de manera gratuita.

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Bern t Arm ngue / AP Una mujer herida en los bombardeos de Jersón del pasado jueves, los peores esta semana

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