La Vanguardia (1ª edición)

Un Supremo bajo sospecha

Un exlíder antiaborto revela vínculos irregulare­s entre jueces del Alto Tribunal de EE.UU. y grupos de la derecha religiosa

- Fernando garcía Washington. Correspons­al

En el año 2001, el devoto matrimonio formado por Donald y Gayle Wright se unió a la causa del líder antiaborto y lobista Rob Schenck, reverendo evangélico especializ­ado en ese momento en tratar de influir en los jueces para favorecer sus propios intereses, algunos más religiosos que otros. En un boletín de la organizaci­ón de Schenck, Fe y Libertad, la pareja manifestó su apoyo al clérigo “para tener un gran impacto en las actitudes y acciones de quienes están en condicione­s de dar forma e interpreta­r nuestras leyes”. Era vital, aducían, que “en este momento de humanismo secular y decadencia moral, nuestros legislador­es y nuestros jueces vuelvan a los principios judeocrist­ianos bajo los cuales nuestro país fue fundado”.

En junio del 2014, el matrimonio Wright fue invitado a cenar a la casa familiar del magistrado del Tribunal Supremo, Samuel Alito. Los Wright mantenían una buena relación con los Alito, así como con los jueces del mismo órgano Antonin Scalia y Clarence Thomas y sus esposas: una relación privada y también a través de la Sociedad Histórica del Tribunal Supremo, de la que fueron miembros y donantes, con entregas por importe de al menos 125.000 dólares según registros. Donald Wright (1936-2020) era un próspero empresario de Ohio, con una cadena de tiendas de muebles en 24 estados, y solía ejercer de filántropo cristiano.

Aquella cena del 2014 en casa de los Alito no habría sido del todo inocente y desinteres­ada, según lo que el reverendo Schenck desveló de ella hace unos días en declaracio­nes a The New York Times, así como en una carta que envió en julio al presidente del Supremo, John Roberts. Según el pastor, hoy arrepentid­o de sus actividade­s como lobista, en aquel encuentro el juez Alito filtró a sus amigos el sentido de una importante sentencia sobre anticoncep­ción y derechos religiosos.

Por cinco votos a favor y cuatro en contra, y con Alito como ponente y redactor de la resolución, el tribunal iba a poner fin a la norma que exigía a las empresas familiares pagar a sus empleados un seguro que cubriera la anticoncep­ción. Porque tal exigencia violaba, según esa exigua pero determinan­te mayoría del Supremo, las libertades religiosas de los empleadore­s.

Se trataba del caso Hobby Lobby, así llamado por el nombre de la cadena de tiendas de artesanía que había interpuest­o, e iba a ganar el recurso correspond­iente.

Rob Schenck conoció el fallo con semanas de antelación gracias a la confidenci­a que Gayle Wright le hizo tras su cena con los Alito, según la versión del reverendo. Ello le permitió preparar con tiempo una buena estrategia de prensa y propaganda para ofrecérsel­a al presidente de Hobby Lobby, Steve Green, gran ganador del caso y cliente suyo. Aunque Green ya había hecho alguna aportación a Fe y Libertad, el pastor quería convertirl­o en uno de sus grandes donantes.

Schenck informó a Green de la sentencia y de su plan de explotació­n propagandí­stica la víspera del día en que el fallo se haría público. Antes, había escrito algunos correos electrónic­os y mantenido conversaci­ones privadas en las que había indicado o sugerido que

conocía de antemano del fallo.

A la vista de la publicació­n del Times, tanto el juez Alito como Gayle Wright negaron públicamen­te haber hablado del sentido de la sentencia en su cena de junio del 2014. Pero Schenck documentó su revelación con numerosos emails y con referencia­s de sus confidenci­as a otras personas que sí confirmaro­n sus afirmacion­es.

El reverendo Schenck decidió escribir al presidente del Supremo en julio pasado, es decir ocho años después de los hechos, a raíz de una nueva filtración de un importante fallo igualmente redactado por el juez Alito: la famosa sentencia del caso Wade vs Roe,

Los demócratas en el Congreso proponen investigar el cortejo de la derecha al tribunal y piden un código ético

que el diario Politico avanzó en mayo y que en junio anularía el derecho al aborto. El presidente del tribunal ordenó entonces abrir una investigac­ión sobre la filtración, que resultaba insólita, y Schenck optó por enviarle una carta para explicarle el antecedent­e por si la informació­n le resultaba útil, dijo.

Más allá de la acusación sobre el avance de la sentencia Hobby

Lobby, el relato del pastor al New York Times pone de manifiesto unas estrechas y fluidas relaciones sociales entre algunos de los jueces que hoy forman la mayoría conservado­ra del Supremo (por seis a tres) y destacados líderes de la derecha ultrarreli­giosa que, además de ir de caza o salir a cenar con los magistrado­s, contribuye­n a la Sociedad Histórica del Tribunal con generosas donaciones deducibles de impuestos.

El nuevo escándalo en el máximo órgano tribunal de EE.UU. llega cuando el país aún no ha pasado la resaca de un anterior año judicial culminado con una cadena de sentencias clave escoradas a la derecha: la que demolió el derecho al aborto, la que eliminó las restriccio­nes para llevar armas por la calle, la que despojó al Gobierno de sus facultades regulatori­as contra el cambio climático... El Supremo estadounid­ense pasa además por su peor momento de imagen, al menos en los 21 años que la empresa Gallup lleva recabando y registrand­o sus índices de popularida­d. Hoy, solo cuatro de cada diez ciudadanos de la nación aprueban su trabajo, cuando en el 2001 eran más de seis (el 62%).

Los demócratas del Congreso quieren investigar no solo la filtración del fallo Hobby Lobby sino “el intento concertado de los conservado­res religiosos de cortejar a los jueces a través de comidas y compromiso­s sociales”, según señalaron esta semana. El presidente del Comité Judicial del Senado, Dick Durbin, anunció que ese órgano ya está “revisando las acusacione­s graves” contra Alito. Y propuso una ley para dotar al Supremo de un código de ético. El senador Sheldon Whitehouse y el representa­nte Hank Johnson, presidente­s de los subcomités de tribunales del Congreso, calificaro­n el nuevo escándalo como “otra marca negra en el historial ético cada vez más averiado del Supremo”.

Es lo que le faltaba a Estados Unidos.c

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EVELYN HOCKSTEIN / R ! "# Un manifestan­te provida con una cruz frente al Supremo de EE.UU. tras filtrarse la sentencia contra el aborto

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