La Vanguardia (1ª edición)

Navegando por el río Congo

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Desde su manantial en la aldea de munema, en el sudeste de la república Democrátic­a de Congo (rDC), el río Congo fluye a lo largo de 4.700 kilómetros, dibujando una U invertida que abraza todo el país, antes de desembocar en el Atlántico. este es el mayor río de África central, y discurre por sabanas y selvas, conformand­o la segunda mayor cuenca hidrográfi­ca del mundo, solo por detrás de la amazónica, y extendiend­o sus ramales por nueve países.

Cuna de antiguos imperios africanos, víctima del esclavismo y del expolio colonial y, hoy, escenario de la rivalidad entre grandes potencias globales interesada­s en sus materias primas, la rDC resume y concentra las esencias africanas, su historia terrible, su presente convulso y sus expectativ­as de futuro.

La Vanguardia ha navegado dos meses y medio por el río Congo, desde que nace cerca de Zambia hasta que muere en el océano, tras dejar atrás la capital, Kinshasa. Y ha podido pulsar el día a día del país, poseedor de un subsuelo riquísimo, pero donde más de dos tercios del centenar de millones de habitantes viven en la pobreza. Hoy iniciamos la publicació­n de la crónica de este viaje por el corazón de África.

Los recursos naturales de la rDC son ciertament­e importante­s, por ejemplo, en cobalto, coltán, uranio, cobre, estaño, oro o diamantes. Se calcula que el 58% de las reservas mundiales de cobalto, mineral imprescind­ible, entre otras cosas, para la fabricació­n de las baterías destinadas a los coches eléctricos, se hallan en la rDC.

A caballo entre los siglos XiX y XX, Congo fue un dominio propiedad privada del rey Leopoldo ii de bélgica, donde se produjeron incontable­s atropellos coloniales, que siguieron cuando su administra­ción pasó a ser la estatal belga. el país se independiz­ó en 1960, y en tiempos de mobutu Sese Seko, presidente entre 1971 y 1997, estableció lazos de colaboraci­ón con estados Unidos. Pero en las presidenci­as de obama y Trump estos lazos se aflojaron, circunstan­cia que aprovechó China para acelerar su penetració­n allí, donde no cesa de extender su influencia política, económica y cultural. Una buena parte de las explotacio­nes mineras congoleñas son ya propiedad de firmas chinas.

estados Unidos y la Unión europea no pueden aspirar a repetir los abusos cometidos en la rDC en tiempos coloniales. Pero, al tiempo, no deben asistir de brazos cruzados al relevo chino. Aquel país encierra riquezas necesarias para el desarrollo colectivo que deben producirse del modo más justo para los congoleños –40.000 niños trabajan actualment­e en las minas de cobalto– y sin ignorar las necesidade­s globales. en lo relativo a la rDC, el desafío occidental pasa, pues, por definir unas relaciones más justas y a la vez más provechosa­s para todos.c

Occidente debe ofrecer otro modo de relación a la RDC y contener la penetració­n china

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