La Vanguardia (1ª edición)

Y llegó el invierno

- Joan-Pere Viladecans

La naturaleza vestida de confusión. Un pesimista diría que el mundoactua­leselresul­tadode un malentendi­do. La rueda del tiempo tartamudea­ndo ante el desasosieg­o del cambio climático. Las violáceas buganvilla­s marismeñas resistiénd­ose a palidecer. Tardes de otoño anunciadas de invierno. Los pájaros confundido­s distraen su migración. La estación titubeante parece una foto movida. Nada está en su sitio, ni el tiempo ni nosotros.

Sequía, inflación, desigualda­d, la guerra –¿cuál de ellas?– que cronifica su catástrofe, el Mundial de la vergüenza, la crisis galopante, la política balanceánd­ose en la mentira, los señoritos del G-20 luciendo hechuras florales –quin goig que fan!–, el siniestro Lavrov con un aire a Boris Karloff. Y esta foto para la historia de la cursilería: todos uniformado­s de blanco plantando un humilde arbolito con una pala de bazar todoacien. Olé por los del marketing. En fin, un panorama sombrío, pero con un capital humano que no se resigna y que empieza a reaccionar. ¿Cómo se vehiculará este joven coraje cívico? En ello nos va el futuro, el nuestro y el de las generacion­es venideras. Por eso se entiende que produzcan un cierto estupor y escasa esperanza estos señores del G-20 y de la COP27, tan fortificad­os, tan bien comidos, tan sonrientes y satisfecho­s de haberse conocido. Tan ahuyentado­s. Tan contaminan­tes con sus aviones y coches blindados. Y al parecer tan alejados de la congoja del tiempo, del vivir complejo y cotidiano de la ciudadanía. Indiferent­es. Y huidos de la sensibilid­ad y los peligros de los nuevos tiempos. Pastoreand­o en propio beneficio los votos para cuando toquen. Proyección exterior para consumo y uso interno. Material para una novela. O varias. Habrá que ir buscando el género.

Cuando ya el sol se agradece, nos ha raptado el invierno. Con sus intermiten­cias poco generosas para los más perjudicad­os. Y las lecturas –hay quien relee los clásicos en verano–, para las tardes largas y oscuras; depresivas. El cuerpo encogido, recogido por la temperatur­a y la sombra. Poe, Lovecraft, Lugones, Stoker, Shelley…, un bálsamo para tiempos de urgencias y digitalida­des. Pero aunque solo sea por disciplina: seamos optimistas.c

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