En el subsuelo convive el museo con todo el equipamiento técnico
cios que no pueden fallar. Antes de la pandemia, y en esta apuesta tecnológica, ya se había impulsado la venta online de las entradas o a través del código QR, un sistema que ahora ya está completamente implantado y que utilizan los aproximadamente 12.000 visitantes diarios que ya ha recuperado el templo y que siguen la visita guiada a través de la aplicación que descargan en sus móviles.
El impulso a las obras en el subsuelo llegó con las de la fachada principal, la de la Gloria, cuyos trabajos comenzaron en el 2001, con una importante fundamentación que llegó hasta 17,5 metros por debajo de la calle Mallorca, calle por la que luego se dibujaría el trazado del AVE.
La actividad religiosa, turística, constructiva, administrativa, de mantenimiento y seguridad mantiene las instalaciones con movimiento las 24 horas del día. “Si hay que reparar algo de la nave se hace de noche cuando no hay visitantes”, explica Villa. Otro de los retos que plantea la obra a sus equipos de ingenieros y arquitectos es la secuencia y el programa que se establece para interferir lo mínimo posible en la actividad turística y religiosa. Los frentes son varios: se trabaja en lo más alto, en la culminación de las torres y también en el subsuelo. Y no se trata solo de finalizar
Pocos edificios revisten la complejidad de este, con actividad turística, religiosa y constructiva al mismo tiempo
la construcción del templo, sino también de mantener y rehabilitar los elementos del monumento que se van deteriorando.
Todo este complejo programa saltó por los aires con la covid. De un día a otro, el templo se cerró, se acabaron las visitas y con ellas los ingresos que garantizaban el ritmo de las obras. También cesó la actividad constructiva. El objetivo de terminar la Sagrada Família el año 2026, coincidiendo con el centenario de la muerte de Gaudí, tuvo que replantearse. Sin embargo, igual que nadie había previsto el escenario pandémico, pocos contaban con la contundente recuperación turística que Barcelona ha registrado este año, lo que permitirá ingresar unos 87 millones y recuperar el nivel del 2019 (102 millones) en el 2023, según las previsiones de la junta constructora.
“Algunas obras no pueden reactivarse de un día a otro, se paró de forma muy brusca y los trabajos y los proveedores requieren su tiempo”, mantiene Jordi Faulí, el arquitecto director. Uno de los mayores retos ahora es culminar en el 2026 la Torre de Jesús, que llegará a los 172, 5 metros. El calendario se irá ajustando en función de cómo se avance durante los próximos meses.c