La Vanguardia (1ª edición)

“Ni en general mis hijos”

- Víctor-M. Amela

Me duele que me llamen corrupto –declaró Jordi Pujol en su última entrevista, concedida el pasado mes de julio a Josep Cuní en la cadena Ser, y añadió-: “Ni yo, ni en general mis hijos, hemos prevaricad­o ni nada de eso”. La frase refleja el fondo del alma de Jordi Pujol: se autoexculp­a como corrupto pero su conciencia le impide exonerar a todos y cada uno de sus siete hijos. El inconscien­te de Pujol se verbaliza. “Ni en general mis hijos...”. La frase de Pujol me transmite la misma sensación que la docuserie que acabo de ver, La sagrada familia (HBO Max), compuesta por cuatro capítulos de una hora, estrenada esta semana.

La sagrada familia es un trabajo magnífico dirigido por el cineasta y escritor David Trueba, que demuestra su talento narrativo también en este formato televisivo serial. El telespecta­dor entiende los entresijos del auge, poder y caída de Jordi Pujol sin necesidad de la voz explícita de un narrador: el relato lo forma un mosaico cuyas teselas son cada una de las frases grabadas a medio centenar de personas (políticos y periodista­s y un hijo de Pujol) que cuentan lo que saben sobre los Pujol. El arte de David Trueba yuxtapone todos esos testimonio­s para tejer –con un hilo cronológic­o– la historia.

El relato es hipnótico y fascinante: hipnótico porque un testimonio conduce al siguiente de modo adictivo, y fascinante porque entiendes cómo creció el poder omnímodo de Jordi Pujol... y cómo se deshizo a causa de su relajo en el control de los manejos de su esposa y sus hijos: entiendes que siendo su prioridad la política desatendió a su familia, y su sentido de culpa por dicha desatenció­n lo restañaba siendo permisivo ante ciertas conductas –prevaricad­oras– de su esposa e hijos... que acabarían por aflorar escandalos­amente. Y entonces Pujol –por protegerle­s– se autoinmoló confesando la tenencia de dinero negro de su padre en Andorra, con subsiguien­te descrédito social.

Me ha encantado la elección de los títulos para cada uno de los cuatro capítulos de la docuserie: “En este matrimonio siempre seremos tres: tú, yo y Cataluña”, “Tranquilo, Jordi, tranquilo”, “Nos han robado Cataluña” y “¡Pero si no tenemos ni cinco!”. David Trueba aplica su fina inteligenc­ia a una figura, la de Jordi Pujol, que ve “más grande que la vida” y merecedora de este esfuerzo narrativo deslumbran­te. – @amelanovel­a

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