La Vanguardia (1ª edición)

El ser superior es Mbappé

Dos goles del astro del PSG sitúan a Francia como primera selección del Mundial clasificad­a para octavos de final ante una Dinamarca muy combativa

- Óni a Luis Buxe es Barce onviado especial

Harán como si nada, como siempre, pero en el Real Madrid maldecirán mucho tiempo el día que Mbappé sucumbió a las presiones de su país y rechazó su millonaria propuesta. El astro del PSG es actualment­e un futbolista de otro planeta, como lo fue Messi tantos años, capaz de resolver cualquier entuerto. Francia se convirtió ayer en la primera selección clasificad­a para octavos del Mundial y todo el mérito fue suyo, con dos goles que acabaron con la siempre dura resistenci­a de Dinamarca.

El duelo, además, tuvo su toque de sabor azulgrana, con el Barça como equipo más representa­do sobre el verde del acogedor estadio 974, con Koundé y Dembélé copando la banda derecha de Francia y Christense­n jerarquiza­ndo la defensa danesa como líbero. Fue el extremo azulgrana el que más se lució en la primera parte, naciendo de sus botas prácticame­nte todas las opciones de gol que tuvo Francia, que fueron unas cuantas sin encontrar nunca la red de un agigantado Kasper

Schmeichel, al que su padre le siguió bien de cerca desde un palco.

Con un caudal ofensivo inacabable, los bleus atacaron por oleadas pero les faltó contundenc­ia. Tras un inicio valiente, Dinamarca se fue encerrando poco a poco en su campo, intentando no caer a la lona como podía, buscando una contra que no llegaba. Con los pies o con la cabeza, el ataque galo era una pesadilla para la defensa nórdica, a la que ni siquiera un físico envidiable le valía para imponerse a las moles francesas.

Maehle evitaba el primero sacando un remate de cabeza de Varane en un córner. Dembélé hacía lo que quería por la banda derecha y Giroud no alcanzaba a rematar cómodo uno de sus centros. Sí lo hacía Rabiot, pero su cabezazo lo desviaba Schmeichel con un pequeño adorno para la cámara. Poco antes, Christense­n se había jugado la expulsión, obligado a corregir agarrando a Mbappé, mucho más rápido que él en la carrera. Empezaba el recital. Marciniak sólo le mostró amarilla.

Entre Maehle y Nelsson tenían pesadillas para contener a Dembélé. En cambio, el ataque danés era raquítico y sólo Cornelius, en una contra muy aislada, inquietó un poco a Lloris. Antes de irse a vestuarios, Mbappé fallaba un remate franco tras otro buen pase de Dembélé. Luego lo arreglaría.

Intentó crecer Dinamarca en la segunda mitad con la entrada de Braithwait­e, pisando más el área de la campeona del mundo aunque nunca con demasiada claridad. La revolución la intentó apagar Francia. Primero, con un par de fogonazos de Griezmann y Mbappé, que no encontraro­n gol de milagro. Y, al cuarto de hora, con el primer tanto de la noche a orillas del Golfo Pérsico. La pared entre Theo Hernández y Mbappé la alojó la estrella del PSG en la red con un disparo que rebotó en Christense­n. Los franceses ya ganaban por goleada a los puntos y por fin trasladaba­n su superiorid­ad al marcador.

Pero el central azulgrana se resarció, firmando el empate tras un saque de córner, igualando de nuevo las fuerzas. Lindstrom incluso amenazó con la sorpresa, obligando a Lloris a lucirse. Todo apuntaba a que la campeona se iba a dejar deberes para la última jornada pero Mbappé tenía otros planes, y remató con el muslo un buen centro de Griezmann para que la grada francesa del 974 gritara de satisfacci­ón. Sí, hay un ser superior, pero se llama Mbappé.c

El delantero del PSG se exhibió y resolvió el entuerto que la falta de puntería de Francia había provocado

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Alessandra Tarantino / AP Mbappé anota el definitivo 2-1 ante Dinamarca tras rematar con el muslo

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