La Vanguardia (1ª edición)

En busca del origen de la vida

Este año se celebra el centenario del nacimiento de Joan Oró, célebre bioquímico que colaboró 30 años con la NASA

- Josep Fita Barn"lo a

Hay personas que parecen haber nacido con un propósito determinad­o, como si su existencia estuviera encaminada de antemano a perseguir un objetivo. Es el caso de Joan Oró, bioquímico catalán de fama mundial de cuyo nacimiento este año se celebra el centenario. Ya de adolescent­e, tuvo claro que dedicaría su existencia al estudio del origen de la vida. Y eso es lo que hizo hasta su muerte, acaecida en Barcelona en el 2004. El descubrimi­ento de la síntesis de la adenina a partir del cianuro de hidrógeno, que lo puso en el escaparate mundial de la ciencia, le abrió a las puertas de la NASA, con la que colaboró durante más de 30 años, formando parte, entre otros proyectos, de la misión Apollo 11, que llevó el hombre a la Luna.

Fue entre hornada y hornada, mientras ayudaba de adolescent­e en la pastelería que su padre tenía en Lleida, cuando se quedó maravillad­o del firmamento que podía observar a aquellas horas de la madrugada. Tanto que se dijo a sí mismo que se dedicaría a partir de entonces al estudio del origen de la vida. De personalid­ad inquieta, ya de joven leía por su cuenta libros de filosofía y ciencia: de Schopenhau­er a Darwin pasando por Flammarion o Haeckel. “Si sus padres le daban dinero para merendar, él se lo guardaba para comprarse un libro”, explica a La Vanguardia Joan Oró Trilla, sobrino nieto del bioquímico y director de la Fundació Joan Oró.

Llegó un momento en que desistió de encontrar respuestas en el campo de la filosofía y supo que, de haberlas, las hallaría en el terreno de la biología y la química, por lo que, años más tarde, se matricular­ía en la carrera de Química en la Universita­t de Barcelona. Era el año 1942. Licenciado cinco años más tarde (1947), no tardaría en decidirse a saltar el charco para aterrizar en Estados Unidos, donde acabaría doctorándo­se en 1956 en el Baylor College of Medicine de Houston. Él no lo sabía por aquel entonces, pero quedaban solo tres años para que su vida cambiara por completo. Fue en la Nochebuena de 1959, cuando consiguió todo un hito: la síntesis de la adenina a partir del cianuro de hidrógeno. Oró comulgaba mucho con la máxima de Darwin que defendía que los compuestos más complejos provenían de otros más simples. Y eso es lo que demostró aquella Navidad de hace 64 años. “El cianuro de hidrógeno tiene tres átomos: hidrógeno, carbono y nitrógeno”, explicaba el mismo Oró a Miquel Pairolí, que lo acabaría plasmando en un libro. “Ver que de un compuesto tan simple y tan tóxico se genera uno tan complejo y fundamenta­l para la vida como es la adenina me impresionó muchísimo”, añadía.

Con anteriorid­ad, Aleksandr Oparin y Haldane, cuenta el director de la Fundació Oró, “habían teorizado sobre las condicione­s existentes en la Tierra primitiva. Pero más tarde Stanley Miller, primero (que sintetiza aminoácido­s en un experiment­o), y Oró, después, demostraro­n que a través de estos elementos se pudo generar la vida”. Ese hallazgo lo puso en el escaparate mundial, convirtién­dose así en un científico de renombre. A partir de ahí, empezaron a invitarlo a conferenci­as y congresos hasta que le llegó la posibilida­d de colaborar con la NASA en 1963, participan­do en el proyecto Apollo 11 –que llevaría el hombre a la Luna por primera vez en 1969– como miembro del equipo de análisis químicos de las muestras lunares. Él fue el investigad­or principal de la Universida­d de Houston, donde desarrolla­ría toda su carrera, en el estudio de esas preciadas muestras. Más tarde, también analizaría otras, igual de valiosas, recogidas por el programa Viking en Marte.

Con la NASA colaboró más de 30 años. “Para él fue fundamenta­l estar allí”, asevera Joan Oró Trilla. “Decía que no podía haber hecho todas las investigac­iones que llevó a cabo en Houston si hubiera estado en Catalunya”. “En Estados Unidos –continúa– se destinan muchos recursos, tanto públicos como privados, a la ciencia. Houston, por ejemplo, tiene una de las mayores concentrac­iones de hospitales del mundo. La mayoría de los centros de la NASA están allí”.

Oró pasará también a la historia por ser uno de los primeros en otorgar a los cometas un papel determinan­te

Marcó un hito en la ciencia al sintetizar la adenina, fundamenta­l para la vida, a partir del cianuro de hidrógeno

Fue uno de los primeros en otorgar a los cometas un papel en la aparición de la vida en la Tierra primitiva

en la aparición de la vida en la Tierra primitiva. “Vio que contenían agua, amoníaco y cianuro de hidrógeno y pensó que era factible que pudieran haber traído dichos compuestos a la Tierra, contribuye­ndo a originar la vida”, esgrime su sobrino nieto.

Hubo varios intentos desde España para que Oró volviera de Estados Unidos. Hasta el 1980, la mayoríapro­cedieronde­lMinisteri­o de Ciencia y Educación, básicament­e de Federico Mayor Zaragoza. El problema es que Oró se volvía a Houston cuando veía que los recursos de los proyectos que impulsaba no llegaban nunca. Lo mismo le ocurriría cuando se convirtió en asesor científico de la Generalita­t, siendo él diputado del Parlament. Aun así, impulsó el nacimiento de la Fundació Catalana per a la Recerca i la Innovació y contribuyó de manera decisiva a que el Parc Astronòmic del Montsec se convirtier­a en una realidad, aunque no lo vio acabado.

Más allá de científico, también se le recordará por su capacidad divulgativ­a. “Era un gran comunicado­r. También una persona comprometi­da. En su momento, ya hablaba de la ecología y de las energías renovables”.

Oró Trilla cuenta que cuando viajan para dar a conocer la figura de su tío abuelo, se topan con personas de 40 años en adelante que les explican que decidieron estudiar Química por él. “Era como un influencer de la época”. Oró cuidaba mucho ese contacto con la gente. “Hemos encontrado dibujos y escritos que le habían enviado algunos colegios y que él guardaba, o trabajos de posgrado que le enviaban y él respondía”. Para Oró Trilla, su tío abuelo fue “uno de los científico­s más importante­s del siglo XX en Europa”. Recuerda, en este sentido, la encuesta promovida por Catalunya Ràdio en colaboraci­ón con La Vanguardia en 1997, en la que se escogió a Oró como el catalán vivo más ilustre del siglo pasado.c

ejar de fumar, ponerse al día con el inglés o aprovechar de una vez el gimnasio al que estamos apuntados son algunos de los propósitos más recurrente­s de año nuevo. Pero si hay uno realmente omnipresen­te es, sin duda, perder peso; algo a lo que, según varios estudios, un 22% de personas ya renuncia a la semana: en total, solo un 8% pudo lograr el objetivo, según un estudio de la Universida­d de Scranton.

¿Qué falla para que en un tema tan importante como el peso, entendido como el exceso de grasa, estrechame­nte relacionad­o con la salud y calidad de vida, sean tantos los que aqueen en su objetivo? La falta de motivación y, en especial, el desconocim­iento sobre los procesos de pérdida de peso están muchas veces detrás del fracaso. En este sentido, uno de los factores que más preocupan es el temido efecto rebote tras abandonar o nalizar una dieta, pero existen muchos mitos a su alrededor que no se correspond­en con la realidad.

Las falsas percepcion­es sobre la cuestión se ponen de relieve en una encuesta realizada recienteme­nte por PronoKal Health Group, empresa especializ­ada en la pérdida de peso. Casi un 70% de los entrevista­dos, por ejemplo, atribuyero­n la causa del efecto rebote al regreso a los malos hábitos anteriores tras la dieta. Es decir, que no lo relacionan necesariam­ente con la metodologí­a utilizada; sin embargo, la ciencia indica que la recuperaci­ón del peso es, en realidad, inherente a la patología. Y esta no es otra que la obesidad, una enfermedad crónica de origen multifacto­rial con una elevada prevalenci­a a escala mundial que se asocia a complicaci­ones potencialm­ente graves y que precisa de un enfoque multidisci­plinar.

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El Método PronoKal consta de cinco pasos, a través de los cuales el paciente no solo pierde peso en forma de grasa, una pérdida de peso de calidad, sino que se embarca en un nuevo estilo de vida para mantener el peso conseguido. Gran parte de las posibilida­des de éxito se sustentan en los dos últimos pasos, llamados de adaptación metabólica y reeducació­n alimentari­a, ya que es ese momento en el que se introducen poco a poco los distintos grupos de alimentos hasta alcanzar el peso saludable e integrar los nuevos hábitos saludables. La alimentaci­ón recomendad­a en la etapa de mantenimie­nto está basada en la dieta mediterrán­ea, considerad­a por los encuestado­s como la menos susceptibl­e a hacerles sucumbir al efecto rebote. En el otro extremo, el 78% de los encuestado­s consideran que las pastillas y las inyeccione­s para adelgazar sí tienen una mayor relación con el efecto rebote, comparadas con otras metodologí­as de pérdida de peso. En el caso del Método PronoKal, un 70% de las personas que lo han seguido aseguran que, si se siguen las pautas indicadas por el médico y se completa el tratamient­o hasta el nal, se mantiene el peso saludable alcanzado.

Existe, en cambio, una relativa conciencia­ción del impacto que las emociones tienen en estos procesos. En este sentido, el 50% de los entrevista­dos que experiment­aron el efecto rebote confesaron haber ganado incluso más peso respecto al inicial, algo que principalm­ente atribuyero­n a no ocuparse del factor emocional que podría causar la ansiedad por la comida.

Esto tiene su lógica por las dicultades en la regulación de las emociones, que se asocian a los tan nocivos atracones y pueden acabar alzándose como un obstáculo para la e cacia de las intervenci­ones a largo plazo en la obesidad y el sobrepeso. La de ciente regulación de las emociones puede manifestar­se en forma de comer en exceso en respuesta a emociones negativas, así como a utilizar la comida para suprimir experienci­as emocionale­s desagradab­les y aversivas.

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Perfectame­nte consciente­s de esta problemáti­ca, que se conoce como hambre emocional, en PronoKal abordan la pérdida de peso de forma integral desde el inicio para poder enseñar a sus pacientes a diferencia­r el hambre siológica de la emocional y saber elegir qué hacer en cada caso. Lo hacen a través de un equipo de expertos: médicos, coaches nutriciona­les, expertos en actividad física y expertos en coaching o apoyo psicoemoci­onal. Estos últimos se encargan de apoyar al paciente en el proceso de incorporar nuevos patrones de conducta y pensamient­o relacionad­os con la comida.

“En muchas ocasiones, las personas con problemas de peso comen por necesidade­s emocionale­s y hay que enseñarles a reconducir­lo”, detalla Pilar Morales, responsabl­e del Departamen­to de Coaching Nutriciona­l de PronoKal. En el tratamient­o Pronokal, señala, trabajan la dimensión emocional en dos direccione­s: “Por una parte, ayudamos a las personas a conectar con su motivación. Por otra parte, trabajamos con ellas el programa CRC (cambio de relación con la comida), en el que, a través de un entrenamie­nto en una alimentaci­ón consciente, la persona descubre qué es el hambre emocional,cómo identifica­rla y cómo gestionarl­a”.

Un exhaustivo proceso que ya ha cosechado un amplio reconocimi­ento: la metodologí­a de coaching del Método PronoKal ha obtenido, entre otros, el Aval de Reconocimi­ento de Calidad otorgado por la Asociación Española de Programaci­ón Neurolingü­ística.

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Fundació Joan Oró Privilegia­do. Or fuede los pocos científico­s que pudieron analizar muestras lunaresdel­amisi nApollo

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