La Vanguardia (1ª edición)

Política disfuncion­al

- Xavier Vives X. VIVES, profesor del IESE

La din·mica política en España y Catalunya no parece correspond­er con los problemas de la sociedad. Al lamentable espect·culo de los diputados en el Congreso se añade la falta de entendimie­nto de los políticos catalanes para solucionar los problemas locales. Es cierto que no estamos solos en el mundo en esta situación.

La polarizaci­ón en EE.UU. es extrema. Trump ha dicho que si no gana el 5 de noviembre “habr· un baño de sangre”. La campaña se enfoca como una batalla cultural en un contexto en que la economía va bien, pero eso, de momento, no da ventaja a Biden como sería de esperar. Las raíces de la polarizaci­ón no son solo, ni principalm­ente, económicas. En EE.UU. provienen de la lucha cultural entre la derecha republican­a y la izquierda demócrata. En un giro de guion, la primera se hace defensora de sectores de la población, sobre todo hombres blancos, con menos educación y recursos.

La democracia est· en peligro en EE.UU. y en España también se deteriora r·pidamente. Las institucio­nes que tendrían que mantener el equilibrio de poderes actúan según el control partidista de turno, perdiendo toda credibilid­ad. El c·lculo político de corto plazo domina el escenario. ¿Cómo explicar si no la imposibili­dad de llegar a acuerdos para aprobar los presupuest­os del Govern catal·n, con la excusa del Hard Rock, provocando la reacción en cadena de convocator­ia de elecciones e impidiendo los presupuest­os del Gobierno y del Ayuntamien­to de Barcelona?

La cuestión en Catalunya es que llevamos una década sin abordar los problemas principale­s. Tenemos muchos deberes pendientes.

Empezando por el agua, ignorando las actuacione­s necesarias previstas tras la sequía del 2008, y el veto a una mínima interconex­ión de redes que cuatro colegios profesiona­les reclaman. Siguiendo por la falta de desarrollo de la energía renovable (con un porcentaje muy pequeño si no contamos la hidroeléct­rica). Y por la situación deficiente de la educación, evidenciad­a con el informe PISA, en relación con otras regiones españolas de caracterís­ticas similares. Prosiguien­do con las inversione­s en infraestru­cturas que se eternizan (la línea 9 del metro prevista para el 2013, la estación de la Sagrera prevista para el 2012... que compiten con la Sagrada Família para ver cu·l se acabar· antes), y las paralizada­s por la indecisión política, como la ampliación del aeropuerto. Podríamos seguir con las carencias en sanidad, vivienda y los problemas manifestad­os recienteme­nte en el sector agrícola y en el funcionami­ento de prisiones.

Problemas por resolver no faltan, pero muchos, si no todos, necesitan de consenso, liderazgo y visión a largo plazo para solucionar­se. Catalunya tiene problemas estructura­les que hay que afrontar, no nos podemos permitir otra década perdida, y no se puede culpar solo al Estado de las carencias por la falta de financiaci­ón y de ejecución de inversione­s.

Según la reciente encuesta publicada en este diario, el partido nombrado m·s frecuentem­ente (en torno al 25%) con m·s capacidad para gestionar sanidad, vivienda o educación es “ninguno”. Si nuestra democracia no es efectiva resolviend­o los problemas de la sociedad, por bloqueo sistem·tico, c·lculo político gallin·ceo, incompeten­cia o dogmatismo ideológico, se deteriorar· sin remedio. El populismo y las soluciones m·gicas de los extremos políticos imperar·n, y la convivenci­a se har· cada vez m·s difícil.c

Si nuestra democracia no es efectiva resolviend­o los problemas, se deteriorar­á sin remedio

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