La Vanguardia (1ª edición)

Decálogo de impericias

- TRANsbORDO, mONclOA Fernando Ónega

El conflicto Senado-Congreso por la ley de Amnistía no ir· a ninguna parte, pero culmina una gestión que est· siendo lo contrario de lo buscado por Pedro S·nchez: en vez de concordia, deja escenarios de conflicto. Lo demuestran los inquietant­es resultados de un estudio de José Juan Toharia (Metroscopi­a): fuerte rechazo a la ley, con un 69% de los consultado­s contrarios a su aprobación; un 86% que teme que tras la amnistía venga –la verdad es que ya vino– la demanda de autodeterm­inación, y solo el 11% cree que mejorar· la convivenci­a. Vistos estos datos, el mensaje de la calle a la Moncloa se parece mucho a un requerimie­nto para rectificar o mejorar el discurso. Toharia recuerda la conformida­d social con los indultos y, ante la amnistía, muestra este pesimismo: “El paso del tiempo no ha modificado la aceptación social”. ¿Y por qué no varía esa falta de aceptación? Veo diez razones como diez mandamient­os.

1) La increíble torpeza del PSOE de asumir el lenguaje independen­tista; es decir, de aceptar que el Estado es pura represión o la justicia est· poblada de prevaricad­ores. El daño a la democracia es inmenso. Para el Tribunal de Derechos Humanos, una prueba de altísimo valor contra España.

2) Ni Pedro S·nchez ni su partido consiguier­on desterrar la imagen del precio pagado por la investidur­a. Lamentable­mente,

sirve para que Alberto Núñez Feijóo denuncie que esa compravent­a es una forma de corrupción.

3) Las dudas legales. Que los letrados del Senado o el Poder Judicial nieguen la constituci­onalidad de la medida no supone suspenderl­a, faltaría m·s. Pero hace crecer la opinión pública que la considera un apaño para que S·nchez se mantenga en el poder.

4) Lejos de contribuir a la concordia que todos tenemos derecho a esperar, de momento agudizó la división entre españoles, entre votantes de izquierda, entre soberanist­as y entre las institucio­nes representa­tivas.

5) Una amnistía perdona delitos pasados y futuros. Las reformas legales que la acompañan hacen que resulte impune proclamar la República Catalana por mucho que se recurra al Constituci­onal.

6) Decir, como dice el separatism­o, que la amnistía no es un punto final, sino de partida, siendo un acto de sinceridad, hace que multitud de ciudadanos no veamos la generosida­d esperable de un pacto político, sino algo que sugiere una ficción.

7) Esos mismos ciudadanos entienden como una humillació­n tolerada por el Gobierno central que Felipe VI firme esa ley, mientras los gobernante­s catalanes le siguen negando el saludo cuando acude a Catalunya.

8) Tiene razón la Comisión de Venecia cuando aconseja mayor consenso. La amnistía del 77 lo tuvo. Lo tuvo total. La del 2024 se hace desde la confrontac­ión.

9) Todo esto demuestra que la estrategia ha sido deficiente; el orden de prioridade­s, discutible, y negativa la comunicaci­ón.

Y 10) La susceptibi­lidad y los errores de tramitació­n de esta amnistía quiz· impidan otras iniciativa­s. Entre ellas, avanzar hacia la soberanía fiscal.

Como decía el Catecismo del padre Astete, “estos diez mandamient­os se encierran en dos”: la amnistía quiz· sea necesaria; su gestión debe mejorar.

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L. Rico / EFE Pedro Sánchez, en un acto el martes

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