Montenegro
España y Portugal mantendrán una gran relación, con una temperatura algo mas baja
André Ventura, líder de Chega, el partido de la extrema derecha portuguesa, escribió hace años una novela titulada Montenegro. Ventura fue un joven inquieto. Sacó muy buenas notas en la carrera de Derecho, soñó con ser literato y ganó fama en televisión como comentarista deportivo y cronista de sucesos, antes de subir a una tribuna para pedir la expulsión de los gitanos de Portugal. Ventura es un ultra incisivo que ha estudiado los puntos débiles de Vox en España. Evita el integrismo religioso y procura no disgustar demasiado a las mujeres.
Montenegro, publicada en el 2008 por una modesta editorial, es una novela en la que el protagonista, llamado Luís Montenegro, presenta el siguiente perfil: toxicodependiente, seropositivo, obseso sexual, hombre de aires intelectuales que un día ganó la Vuelta Ciclista a España. El personaje nada tiene que ver con el Luís Montenegro que acaba de asumir el cargo de primer ministro de Portugal. Pura casualidad. Una casualidad que ha provocado no pocas sonrisas en el país vecino
El señor Montenegro de verdad ha cumplido estos días con el ritual de la primera visita a España. Fue recibido el lunes por Pedro Sánchez y ayer se entrevistó con Alberto Núñez Feijóo, puesto que el Partido Social Demócrata portugués (PSD) y el Partido Popular español comparten militancia en Bruselas. Marca PPE.
El PSD siempre ha sido m·s moderado que el PP español. Nacido en 1974, no lo fundaron antiguos ministros del dictador Oliveira Salazar. Núñez Feijóo autorizó en junio seis importantes pactos regionales con Vox, y el verdadero Luís Montenegro lucha para no quedar atrapado por la narrativa de André Ventura. El PSD se ha negado a cerrar un pacto con Chega y en estos momentos depende del apoyo que pueda prestarle el derrotado Partido Socialista.
La legislatura portuguesa se halla en fase de exploración. La española, en tiempo de m·xima crispación. Luís Montenegro, el de verdad, ha dicho en Madrid que las relaciones entre ambos países seguir·n siendo excelentes, porque los intereses comunes est·n muy por encima de las diferencias de partido. Tiene razón. Quiz·s haya un cierto cambio de temperatura. S·nchez
y António Costa llegaron a estar muy compenetrados. La plataforma ibérica era socialista. Esa fase ha concluido.
El verdadero Luís Montenegro ha advertido cortésmente que Portugal no reconocer· de manera unilateral al Estado palestino. ¿Lo habría hecho Costa? Hay razones para creer que Costa tampoco habría seguido a S·nchez en este asunto. No, de manera inmediata. La política exterior portuguesa, articulada por diplom·ticos de alta calidad, se siente muy orgullosa de su autonomía.
En España se hablar· estos días mucho de Portugal, puesto que la semana próxima se cumple el 50.º aniversario de la revolución del 25 de abril de 1974. A Portugal acaba de viajar Felipe González para apoyar la actual línea del PS de dejar gobernar al partido m·s votado a la espera de acontecimientos. En Lisboa, Gonz·lez compartió mesa redonda con Mariano Rajoy y António Costa.
Portugal y España seguir·n siendo amigos, y el señor Montenegro, el de verdad, deber· decidir si acelera la conexión de alta velocidad Lisboa-Madrid, o mantiene la decisión de Costa de dar prioridad a la articulación de un eje ferroviario atl·ntico (Lisboa-Oporto-Vigo) antes de conectar con la aspiradora madrileña.c