Gurú Zapatero
EEn los escenarios, ‘obamea’ con sonrisa beatífica y domina los silencios
l regreso de Zapatero a la relevancia política viene acompañado de un aura de estrella de un folk exento de cortisol. En los escenarios, el expresidente obamea con sonrisa beatífica, domina los silencios enf·ticos, arquea sus icónicas cejas y los hombros formando todo él un diptongo, y mueve las manos como si dirigiera una orquesta invisible, a punto de dar entrada a una r·faga de violonchelos.
A muchos les pilló desprevenidos esa reaparición en la escena medi·tica del que un día llamaron Bambi por su car·cter bondadoso y su mano tendida al adversario. “Tanto talante –clamaban sus rivales en debates y mítines– y lo que le falta es talento”. Ignoraban que ambas palabras comparten la misma raíz etimológica.
Hoy, Zapatero se ha convertido simbólicamente en la madre resucitada de aquel Bambi, y acaso su forma de reivindicarse represente la necesidad de renovar la fe en una sociedad m·s justa. En la presentación de su libro de conversaciones con Màrius Carol, Zapatero, crónica de la España que dialoga (Navona), el político admitió estar entre contrarios. Y recordó cómo las dos primeras entrevistas que concedió tras ser nombrado presidente fueron a dos periodistas que lo habían convertido en sushi: Federico Jiménez Losantos y Pedro J. Ramírez. Zapatero, siempre lejos del lenguaje agresivo, no insulta ni humilla.
Su posición en el tablero político es inusual porque responde al principio de autenticidad que Lipovetsky disecciona en su último ensayo, La consagración de la autenticidad (Anagrama), reflexionando sobre unos tiempos de hambre por lo genuino y original que pretenden desafiar la mediocridad. Lipovetsky considera que se trata de un perfeccionismo moral el que conduce a la ética de la autenticidad frente a la bronca, la palabrería y la falsedad. En el caso de Zapatero, acaso su mayor autenticidad sea la de seguir creyendo en Ítaca.c