La Vanguardia (1ª edición)

La incertidum­bre y la máxima igualdad entre abertzales agitan la campaña

La cuestión del terrorismo incendia unas horas una carrera que recupera la calma

- A der G B lba y aga

La campaña vasca transcurrí­a entre plana y tediosa, muy centrada en una agenda que lógicament­e no despierta excesivo interés fuera de Euskadi, hasta que en cuestión de horas estalló. ETA volvió a copar la actualidad, Bildu recordó m·s a Herri Batasuna que a Eusko Alkartasun­a, la cuestión de la memoria recuperó actualidad y el conjunto de los partidos fijó la mirada en la coalición de la izquierda abertzale, exigida por el tema de la revisión ética del terrorismo.

Dos horas antes del debate decisivo entre candidatos en la televisión pública vasca, adem·s, se producía un hecho insólito: un hombre atacaba con un espray a Imanol Pradales (después se sabría que no tenía motivación política). La campaña amenazaba con romperse justo en el momento decisivo: en el hito de la semana clave. Pero, contra todo pronóstico, el momento cumbre, el debate televisivo que vieron 411.000 personas, se cerró sin apelacione­s a Bildu con respecto al terrorismo. La agenda vasca –los servicios públicos, la vivienda o la seguridad– volvió a centro del escenario. Y el fuego de la campaña, que amenazaba con incendiar el sprint final, se extinguió.

El detonante de todo habían sido las declaracio­nes de Pello Otxandiano en una entrevista a la Cadena Ser el lunes por la noche, en la que evitó utilizar el término “grupo terrorista” para hablar de ETA, empleando como evasiva “grupo armado”. Y el catalizado­r había sido Eneko Andueza, candidato del PSE, que unas horas después, en la misma emisora, calificó a Otxandiano de “cobarde”.

El líder de los socialista­s vascos había buscado durante toda la campaña en ese mismo punto a la formación abertzale, obligada a los equilibrio­s entre la reflexión meramente estratégic­a de una parte de la coalición y la revisión ética de otra. Entre la voluntad de no perder parte de sus apoyos históricos y la necesidad de ensanchar su base para competir con el PNV. Andueza lo intentó en el debate de TVE, ante la portavoz de Bildu, y días después insistió en el debate en euskera de ETB. Y, sin embargo, cuando muchos lo esperaban, también Bildu, el martes evitó el tema.

¿Por qué? La decisión, obviamente, no obedece a la casualidad, sino a la decisión de eludir un efecto bumer·n de consecuenc­ias imprevisib­les. Los socialista­s vascos buscaron durante la campaña abrir brecha con Bildu para explicar su decisión de no pactar tras

El PSE, que venía insistiend­o en el asunto del terrorismo de ETA, evitó utilizarlo en el debate clave

los comicios y de mirar al PNV. El argumento de la distancia ética es razonable, aunque tiene la contraindi­cación evidente de que la coalición abertzale es uno de los socios del Gobierno central en el Congreso. La bola se estaba haciendo muy grande, y el PSOE decidió no contribuir a agrandarla.

En un momento en el que las campañas son cada vez m·s decisivas, las estrategia­s –cocinadas en el caso de los socialista­s entre Madrid y Bilbao– se centran en las necesidade­s del momento, m·s aún con un 20% de indecisos y ante una igualdad m·xima. Con Bildu en cabeza en todas las encuestas, los socialista­s apostaron por tratar de frenarles y marcar distancias, hasta que vieron que esa estrategia podía ser peligrosa.

El PNV se había sentido cómodo en ese marco, aunque Pradales no quería ser quien tratase de retratar a Bildu incidiendo en la cuestión de ETA. Esperaba a Andueza y no quería arriesgar. Ahora, est· por ver si de las cenizas de esta polémica surge un nuevo incendio.c

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