La Vanguardia (1ª edición)

El chiste de ETA

- MAR DE FONDO Josep Martí Blanch @JosepMartB­lanch

Ay, las campañas. La mascarada de la palabra. Solo el carnaval de corte cl·sico se les asemeja en el intento de hacer de la mentira verdad con el asentimien­to del respetable. “Nosotros hacemos ver que trabajamos y el Gobierno hace ver que nos paga”, decía el chascarril­lo sobre la Cuba castrista para explicar la inexistenc­ia de paro en el edén comunista del Caribe. La variante democr·tica del chiste, aplicado a una campaña electoral, pivota sobre el mismo esquema: “Los partidos fingen decirnos la verdad y nosotros creerla”.

El domingo vota el estado asociado de Euskadi. La campaña se desarrolla­ba al estilo bella durmiente a la espera de que el príncipe de los votos la levantase de su letargo el día de las elecciones (perdón por la referencia heteropatr­iarcal que fija como sujeto pasivo a la mujer. ¡Hay que acabar con los cuentos de tradición oral!).

Nada de estridenci­as. Cada partido vasco picando su piedra con el martillo pilón de la promesa de una gestión mejor que las de sus contrarios. De fondo, las encuestas iluminando una hipotética victoria de Bildu y los analistas, los que conocen bien aquel percal, decantados mayoritari­amente por un escenario que repita un gobierno PNV-PSE. De añadido, la paciencia anuente de la izquierda abertzale que, sin prisa pero sin pausa, fija en unos próximos comicios la inevitable llegada de su candidato al palacio de Ajuria Enea.

Calma chicha. Hasta que el fantasma de

ETA asalta el escenario principal. El candidato de Bildu, Pello Otxandiano, se niega en una entrevista a calificar a los etarras de terrorista­s. ¿Una banda armada? Sí. ¿Un episodio del ciclo político histórico? También. ¿Terrorista­s? No.

Nada de nuevo en las afirmacion­es de Otxandiano. La homologaci­ón democr·tica de su partido se ha producido sin renunciar al pasado del que es heredero. Y eso no ha evitado que Bildu sea desde el primer día el socio m·s fiable de Pedro S·nchez, que, en pago a la generosida­d de los oteguianos, les regaló después de su última investidur­a la alcaldía de Pamplona. No hay amor, pero sí mucho sexo desde que socialista­s y abertzales se descubrier­on los cuerpos. Cosa distinta es el gobierno vasco. Pronto para formalizar una relación que incluya la asistencia a bodas, bautizos y comuniones cogidos de la mano. La relación madrileña no es todavía trasladabl­e a Euskadi, dicen los que saben. A esa fruta le falta un puntito de madurez.

Pero con estos precedente­s, sí es sorprenden­te que la ministra portavoz del Gobierno, Pilar Alegría, se esfuerce por mostrarse indignada con las palabras de Otxandiano y que con abusiva teatraliza­ción nos diga que su “negacionis­mo” propio de “cobardes” resulta “incompatib­le con la democracia”. ¿Perdón? ¿No gobierna acaso Pedro S·nchez gracias a los votos de Bildu? ¿Es incompatib­le este partido con la democracia, pero compatible con la mayoría parlamenta­ria del PSOE? Del ser o no ser de Parménides al ser y no ser de Pilar Alegría. Y a nosotros, pobres diablos no tan doctos en metafísica, nos explotar· la cabeza.

PSOE-PSE, y por arrastre el PNV, agitan el ·rbol de ETA en el tramo final de campaña para debilitar la prepondera­ncia demoscópic­a de Bildu. Lo hacen sin ton ni son, dado que las gentes del estado asociado ya vienen demostrand­o insistente y reiteradam­ente en elecciones de todo signo que no tienen ningún interés en poner los pies en la habitación del pasado, aquella en la que reposan el miedo de los vivos y la memoria de los muertos. Cada piel cicatriza como puede. Y para muestra el botón del debate televisivo de candidatos: ¿ETA? Ausente.

El cinismo, incluso el que se gasta en campaña electoral, debiera tener sus límites. Que Moncloa utilice el comodín etarra

No hay amor pero sí mucho sexo desde que PSOE y Bildu se descubrier­on los cuerpos

a estas alturas resulta, si no fuera por lo que han significad­o y todavía significan esas siglas en España entera, algo parecido a una tomadura de pelo. El blanqueo no es de quita y pon. Y la lavadora de Pedro S·nchez ha funcionado con los mejores detergente­s y quitamanch­as para que el ropaje de la memoria luzca un blanco nuclear. El espantap·jaros de ETA, en según qué bocas y a estas alturas, no es m·s que un chiste. Y a diferencia del de los cubanos, sin gracia alguna.

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J.J. Guillé / EFE La ministra portavoz, Pilar Alegría

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