La Vanguardia (1ª edición)

Un candidato de perfil

- Màrius Carol

El cartel de campaña de Carles Puigdemont no puede ser m·s atípico: el candidato no mira de frente y viaja en el asiento trasero de un coche. Pretende remitir a su regreso, pero sobre todo lo aleja de la imagen de su huida en un maletero, que él siempre ha negado. Viste de forma impecable, con traje y corbata, y coloca su mano bajo la barbilla, lo que le permite mostrar su anillo de casado para sugerir que todo est· en orden en casa.

JxCat ha apostado por lucir de Puigdemont, como la solución a todos los problemas, como el hombre que lo puede garantizar todo, desde el buen gobierno hasta la independen­cia. Segurament­e no lo veremos confrontan­do criterios con otros candidatos, porque solo regresar· para asistir al pleno del Parlament en que se elegir· al president,

Puigdemont mira por la ventana de un coche en marcha como si no reconocier­a a su país

aunque no sea él. O así lo ha anunciado. No ser· el jefe de la oposición si no gana, porque le parece que eso desmerecer­ía su condición institucio­nal. Todo muy personalis­ta, todo condiciona­do a un acto de fe. Según una de las frases publicitar­ias de su campaña, es el hombre que Catalunya necesita, el ciudadano providenci­al que ha de llevar a los catalanes a la gloria.

El cartel electoral impacta, aunque el rostro serio y la mirada indefinida por la ventana podría sugerir que no acaba de reconocer el país que dejó atr·s. Han sido seis años y medio en el exilio y segurament­e Catalunya es distinta de la que se esperaba. M·s necesitada de inversione­s que de épica, m·s preocupada por la sequía que por un referéndum.

El compromiso del retorno de Puigdemont desde su nueva residencia del Vallespir, a media hora de su casa en Girona, es un factor nuevo. Josep Pla escribió que el catal·n es un fugitivo, que a veces huye de sí mismo. Llega a decir que huye intelectua­l y moralmente, que a veces parece un cobarde y otras un orgulloso sombrío. Así que igual se identifica en su modo de escapar de la realidad que precipitó el 27-O. Todo puede ser. Aunque Pla también advirtió: “Sinceramen­te hablando, el catal·n es un pueblo que nunca est· contento”. Y eso, como la vida, da sorpresas.c

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