La Vanguardia (1ª edición)

Sant Jordi y la eternidad

- Sergi Pàmies

ALos que participam­os en este espectácul­o también nos convertimo­s en prescripto­res a pie de calle

bundan las seleccione­s de libros recomendad­os con vistas a Sant Jordi. Es una forma de prescripci­ón que intenta arañar un microsegun­do de atención cerebral aplicando una lógica darwinista. Los suplemento­s especializ­ados tienen muy buena pinta: desprenden una aureola de ilusión gr·fica parecida a la de los cat·logos de juguetes de la época navideña. Es el triunfo de la eternidad efímera y de la sinopsis como derivado de la esperanza. La idea es facilitar el trabajo de los libreros y evitar consultas extempor·neas. Luego el derecho a pasear y curiosear por las paradas se mantendr·, aunque las condicione­s para hacerlo no ser·n tan óptimas como los 364 días que no son Sant Jordi.

Los que participam­os en este espect·culo también nos convertimo­s en prescripto­res a pie de calle cuando alguien nos pide que le recomendem­os un libro. Puede pasar que te lo pidan en una parada, mientras esperas para firmar un ejemplar del libro que has publicado y, con un humor difícil de descifrar, te preguntan qué libro –así, en general– le recomienda­s. Es una provocació­n, sí, pero también una responsabi­lidad incómoda y efervescen­te, porque la consulta se evapora cuando el fragor comercial de la batalla impone la vulgaridad de los rankings.

Por si acaso la consulta es persistent­e, ahí va una lista de posibles recomendac­iones a partir de las lecturas de los últimos meses. Cuando cumplí cuarenta, de Gonzalo Maier.

Ensayo general, de Milena Busquets. En el reino del toro sagrado, de Jordi Soler. ¡Quemo!, de Maria Nicolau. Un cor furtiu, de Xavier Pla. Ments preclares, de Quim Monzó. Ñu, de Pau Luque. Bartleby y yo, de Gay Talese. Tres maneras de decir adiós, de Clara Obligado. Estoy bien, de David Sedaris. La maestra y la bestia, de Imma Monsó. Canoas ,de Maylis de Kerangal. Mala piel, de Toni Padilla. Juego limpio, de Tove Jansson. La garota entre les dents, de Pau Cusí Marés. Com un batec en un micròfon, de Clara Queraltó. El coleccioni­sta, de Daniel Silva. ADN Barça ,de Paco Seirul·lo. Seixanta-sis sinofosos , de Adrià Pujol Cruells. Confeti, de Jordi Puntí. Ara soc un llac, de Natàlia Cerezo. Els murs invisibles, de Ramon Mas. Biografía del fuego, de Carlota Gurt. Baumgartne­r, de Paul Auster. La nostra cançó, de Antoni Batista. Cada uno por su lado y dios contra todos, de Werner Herzog. Tú eras la tarea, de Franz Kafka. El día de la liberación, de George Saunders. Crónica de la España que dialoga, de José Luis Rodríguez Zapatero. Si este no es mí hogar, no tengo un hogar, Lorrie Moore. Acerca del robo de historias y otros relatos, de Gueorgui Gospodínov y Els dies previs, de Lluís Montada, que contiene frases como esta: “L’eternitat té un defecte i una virtut. El defecte és que anul·la el temps. La virtut és que anul·la el temps”.

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