La Vanguardia (1ª edición)

“En Wimbledon, aquel día, rompí a llorar”

Cam Norrie rememora su aventura en la semifinal de Londres 2022

- S g H Barcelona a

“Estaba en el Centre Court, ante Djokovic. Era él quien debía crecerse, y ante un público que no iba con él”

“Es normal que Tsitsipás no me coloque entre los favoritos; yo también me veo como un ‘underdog’”

Son las dos y media del mediodía y Cameron Norrie (28) ya tiene resuelta la jornada. Ha tumbado a Roberto Bautista (6-4 y 6-3), ha comido y ha jugado a las cartas en la sala de jugadores del RCTB, y ahora vela armas a la espera de su rival en cuartos, Tom·s Etcheverry.

Respira m·s tranquilo, m·s calmado, el ambiente en el club, ahora que se ha recogido Rafael Nadal, ahora que Carlos Alcaraz, entre bastidores, porfía con su maldito antebrazo.

En su ruta hacia la zona privada, Cameron Norrie se toma unos minutos, pues le sobra el tiempo: se detiene ante las criaturas que le reclaman la autofoto, el autógrafo estampado en esas bolas enormes como la cabeza de un león, se gusta el brit·nico.

Y ya m·s tarde, en la zona privada, junto a la piscina (allí donde Nadal y Alcaraz se echaban su tradiciona­l chapuzón de campeones, qué tiempos aquellos), Norrie serpentea, casi sestea.

Me tiende la mano y me da las buenas tardes en castellano, pues algo chapurrea, aquello que le ha enseñado Facundo Lugones, argentino, su entrenador desde el 2017.

Y pregunta:

–¿Aquí mismo?

Asiento. Nos sentamos.

–Tsitsip·s dio el nombre de sus favoritos del torneo. Se citó a sí mismo y a Ruud. No le nombró a usted –observo.

–Yo pienso igual. Soy un underdog (en esencia, no es uno de los grandes candidatos). Ruud es un gran jugador en tierra, lo est· demostrand­o en este año, y Tsitsip·s se impuso en Montecarlo la semana pasada. Creo que Tsitsip·s es correcto en sus prediccion­es.

En realidad, Norrie est· acostumbra­do a figurar como el underdog. Es fiable su juego, aunque son contados sus arreones, los momentos en los que su tenis ha cobrado un brillo irresistib­le. Si le hablo de Wimbledon 2022, entonces se le ilumina el rostro.

En aquel verano tocó el cielo, aquel verano en el que derrotó a David Goffin para alcanzar las semifinale­s del Grand Slam de su país (nació en Sud·frica, se crió en Nueva Zelanda, estudió en Estados Unidos, se formó como tenista en Londres, es ciudadano brit·nico: sus padres fueron jugadores de squash, “soy una buena combinació­n”, se ríe). –Creo que lloré en Londres –dice. –Lloró –le recuerdo.

–Bueno, en realidad, no lo recuerdo bien. La atmósfera era perfecta. Había miles de aficionado­s detr·s de mí. Había tenido que luchar mucho y estaba en shock. En realidad, no sabía qué hacer.

–Tuvo mala suerte: en la semifinal le esperaba Djokovic...

–A esas alturas de un Grand Slam, nunca tendr·s buena suerte...

–Usted le ganó el primer set (acabaron 2-6, 6-3, 6-2 y 6-4).

–No lo pensé mucho. Solo intentaba jugar. A ver: estaba en el Centre Court, ante Djokovic. Para mí, no ser el favorito fue una bendición. Era él quien tenía que crecerse, y adem·s ante un público que no iba con él. Yo no tenía nada que perder. Serví bien en ese set, pero luego él entró en el partido y yo fallé un par de bolas y enseguida se complicó todo.

–¿Coincidir con el Big Four fue afortunado o desafortun­ado?

–Afortunado. Los cuatro tenían un talento extraordin­ario. Cada vez que jugaba ante Nadal, y lo hice cinco veces, yo me mejoraba. …l me hacía subir el nivel. Y mi siguiente rival lo sufría: yo sentía que podía hacer cualquier cosa ante sus golpes.

–Ahora, usted tiene 28 años. Y es top 30 (31.ª raqueta). ¿En qué momento de su carrera se encuentra?

–Ya no soy super superjoven, pero

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@BOBS2024 Cameron Norrie, ayer

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