La Vanguardia (1ª edición)

“¿El secreto de los deportista­s noruegos? El apoyo de los padres”

Casper Ruud, enrachado, aplaude el esplendor de su país

- Sergıo Heredıa Barcelona

En las entrañas del RCTB, tres cronistas bien contados contemplan a Casper Ruud (25) mientras el noruego, de reojo, contempla la pantalla de la sala, pues él habla con los periodista­s pero, a la vez, Tsitsip·s juega ante Carballés.

Pelea el griego, que est· pasando frío y por momentos se maneja bajo el chirimiri, bendito chirimiri aunque Tsitsip·s lo maldiga, y necesita dos sets para deshacerse del correoso Roberto Carballés (7-5 y 6-3).

Ya no quedan españoles en el cuadro individual: uno tras otro, este jueves, por la pista Rafa Nadal han desfilado Bautista, Davidovich

y, ahora, Carballés.

Algo así no pasaba desde 1989. (Tampoco sigue De Miñaur, el aussie que en la víspera había roto la historia de amor de Nadal en Barcelona, cae ante Arthur Fils).

Pelea el griego, el rival de Ruud en estos últimos tiempos, por ejemplo su verdugo en la final de Montecarlo del domingo, y Ruud, que ya est· pensando en la cena, el reposo y su duelo de este viernes, cuartos ante Matteo Arnaldi, dice:

–No me veo mejor tenista que en Montecarlo. Pero estoy mejor que el año pasado en Barcelona. Estoy en cuartos, mi récord aquí.

(El año pasado cayó en octavos ante Francisco Cerúndolo).

Ahora, Ruud ha ganado a Jordan Thompson, lo ha hecho cómodament­e, en 6-1 y 6-4.

Y cuando le pregunto que, a lo largo de su carrera, ya ha perdido tres finales de un Grand Slam (dos en Roland Garros, otra en el US Open), y le pregunto si se ve algún día ganando un grande, confiesa:

–No lo sé. No puedo esperarlo. Sueño con eso, pero cuando juego un Grand Slam no puedo esperar que ocurra. Ya sé que he estado en tres grandes finales, pero siempre me ha faltado ese desenlace feliz.

Y mientras la gente del tenis español llora su deriva, no se veía así, sin cuartofina­listas, desde hace 35 años, Ruud celebra el esplendor del deporte noruego.

–¿Y qué tiene Noruega, que cuenta con los Ingebrigts­en, Håland, Odegaard, Carlsen, Warholm, Grovdal, el balonmano, los esquiadore­s...?

–En algún caso, los padres han estado implicados en la carrera desde que eran jóvenes. Es así en mi caso, y también en el de los Ingebrigts­en. O en el Odegaard, Håland y Carlsen, cuyo padre tiene profundos conocimien­tos de ajedrez. Esa influencia es decisiva.c

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Alejandro García / EFE Casper Ruud, ayer

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