Sánchez se plantea la dimisión ante la “operación de acoso” contra su esposa
El presidente suspende su agenda y anuncia que comunicará su decisión el lunes
“Está muy tocado, mucho”, aseguran sus fieles de primera hora. El presidente del Gobierno, advierten, puede con todo, y así lo demostró ya con creces a lo largo de su intensa trayectoria política desde que asumió las riendas del PSOE hace casi diez años. Pero que ataquen a su mujer, sus hijas o su familia, alertan, es algo que le supera. Una línea roja infranqueable. Al fin y al cabo, alegan, es un ser humano. Aunque su capacidad de resistencia le haya revestido todos estos años de una coraza impenetrable. Hasta ayer.
Pedro Sánchez anunció, en una carta pública a la ciudadanía, que anula toda su agenda hasta el próximo
“¿Debo continuar al frente del Gobierno o renunciar a este alto honor?”, se cuestiona el jefe del Ejecutivo
“Está muy tocado”, admiten sus fieles; el presidente puede con todo, pero le supera el ataque a su mujer
lunes, para abrir un período de reflexión en el que decidir si “merece la pena todo esto”. “Si debo continuar al frente del Gobierno o renunciar a este alto honor”, reconoce por vez primera.
El sorprendente anuncio del jefe del Ejecutivo es consecuencia, según explica en la carta, de la “operación de acoso y derribo” que denuncia que sufre su mujer, Begoña Gómez, y de la que hace “colaboradores necesarios” a Alberto Núñez Feijóo y a Santiago Abascal, líderes del PP y Vox, para intentar derribarle. Ayer mismo se conoció que un juzgado de instrucción de Madrid ha abierto diligencias previas contra la mujer del presidente, tras la denuncia de la “organización ultraderechista” Manos Limpias por los presuntos delitos de tráfico de influencias y corrupción en los negocios.
El lenguaje corporal de Sánchez suele ser nítido y, una vez desvelada la noticia de las diligencias judiciales abiertas contra su mujer, compareció a primera hora de la mañana visiblemente serio y contrariado en la sesión de control en el Congreso.
Tras el habitual duelo dialéctico con Feijóo, en el que Sánchez celebró los resultados de las elecciones en Euskadi del pasado domingo – “les ganamos 9 a 1”, replicó al líder del PP–, el portavoz de ERC, Gabriel Rufián, le lanzó una pregunta que dio en la diana: “¿Cree usted en la justicia?”.
“En un día como hoy, y después de las noticias que he conocido, a pesar de todo, sigo creyendo en la justicia de mi país”, afirmó Sánchez. Rufián le avisó que “está sintiendo en sus carnes la guerra sucia, le entiendo perfectamente”.
El presidente salió del hemiciclo igual de enfadado que entró, mientras numerosos miembros del Gobierno y la dirección del PSOE salieron en tromba para condenar “una denuncia falsa más” contra
Begoña Gómez, y criticar la estrategia de “difamación” del PP para dañar a Sánchez. Pero el Partido Popular redobló su ofensiva, y exigió explicaciones a Sánchez no solo por el caso del que acusan a su mujer, sino que también ampliaron la sombra de la sospecha al suegro y al hermano del presidente.
Sánchez, no obstante, mantuvo después su agenda de trabajo, con nuevas conversaciones telefónicas mantiene su confianza en la justicia, “a pesar de todo”, después de que un juzgado abriera diligencias contra su mujer con el primer ministro de la Autoridad Palestina y el presidente de Emiratos Árabes Unidos, dentro de su ronda de contactos para impulsar el reconocimiento del Estado palestino antes de julio. Pero a última hora de la tarde, el presidente soltó la bomba, en forma de carta pública, que provocó un inmediato terremoto político al contemplar su dimisión.
“No soy un ingenuo. Soy consciente de que denuncian a Begoña no porque haya hecho algo ilegal, ellos saben que no hay caso, sino por ser mi esposa”, señala en su misiva, en la que vuelve a esgrimir “la máquina del fango” de Umberto Eco: “Tratar de deshumanizar y
deslegitimar al adversario político a través de denuncias tan escandalosas como falsas”.
“La pregunta que legítimamente me hago es: ¿merece la pena todo esto? Sinceramente, no lo sé. Este ataque no tiene precedentes, es tan grave y tan burdo que necesito parar y reflexionar con mi esposa. Muchas veces se nos olvida que tras los políticos hay personas. Y yo, no me causa rubor decirlo, soy un hombre profundamente enamorado de mi mujer, que vive con impotencia el fango que sobre ella esparcen día sí y día también”, admite Sánchez.
“Necesito parar y reflexionar. Me urge responderme a la pregunta de si merece la pena, pese al fango en el que la derecha y la ultraderecha pretenden convertir la política. Si debo continuar al frente del Gobierno o renunciar a este alto honor. A pesar de la caricatura que la derecha y la ultraderecha política y mediática han tratado de hacer de mí, nunca he tenido apego al cargo. Sí lo tengo al deber, al compromiso político y al servicio público”, señala. Y tras anunciar que cancela su agenda pública –para
Gobierno y PSOE salen en tromba para condenar “una denuncia falsa más” contra Begoña Gómez
Ahora no se pueden convocar elecciones, pero Sánchez se podría someter a una cuestión de confianza
empezar, su presencia hoy en el arranque de la campaña electoral del PSC en Sabadell–, para “poder reflexionar y decidir qué camino tomar”, señala que el próximo lunes dará a conocer su decisión final.
Hasta ayer mismo, sus fieles descartaban tajantemente que Sánchez barajara, como se especula en ámbitos políticos desde hace tiempo, intentar dar el salto a la presidencia del Consejo Europeo tras las elecciones europeas de junio. “Pedro solo se irá cuando le echen en las urnas”, argumentaban sus íntimos.
Todos en la Moncloa quedan a la espera de su decisión. Ahora no se pueden convocar elecciones anticipadas porque aún no discurrió un año desde las últimas. En caso de que Sánchez renuncie, el Gobierno quedaría en funciones y el Rey debería iniciar una ronda de consultas y designar nuevo candidato para una investidura. No hay calendario marcado, pero si se celebra un debate de investidura y el candidato no recaba apoyos suficientes, se pondría en marcha un cronómetro de dos meses que sí conduciría a las urnas. También podría someterse a una cuestión de confianza.c