La Vanguardia (1ª edición)

Cuando el fuego de Notre Dame fue maná

Salvadas in extremis del brutal incendio, las obras de arte de la catedral de París lucen nuevas tras su restauraci­ón

- Felip Vivanco Enviado especial

Las llamas arrasaron parte de la imponente y literaria Notre Dame el 15 de abril del 2019, san Teodoro, regalo de Dios en griego. Pero las im·genes que dieron la vuelta al mundo no parecieron una bendición. La paradoja es que, en parte, el fuego purificó. Y no ha sido obra del diablo. París, en plena precampaña olímpica, reabrir· su catedral el 8 de diciembre, la Inmaculada, con pompa y brillo y todas sus obras de arte volver·n intactas, limpias, fijas y llenas de esplendor. Es difícil de creer, pero ninguna sufrió ningún daño. Los protocolos de seguridad y la destreza de los bomberos las dejaron intactas. Ahora, los tapices y cuadros, o Mays, de maestros como Charles Le Brun, Laurent de la Hyre, Carle van Loo o Guido Reni han sido restaurado­s a conciencia por cientos de artesanos que han dejado las piezas como si se acabaran de pintar y manufactur­ar.

Su espectacul­aridad y brillo, y la iluminació­n de la que no disfrutar·n en la catedral, se pueden ver en toda su grandeza (real y metafórica) en las salas de exposición del Mobilier National, junto a Les Gobelins, el organismo del Estado francés que se ocupa de la preservaci­ón de su patrimonio artístico.

Emmanuel Pénicaut, director de coleccione­s, acabó el martes la visita de la exposición con este diario desde una peana donde se podía admirar una parte de la deslumbran­te Alfombra del Coro (realizada entre 1825 y 1833), que mide 25 metros de longitud y m·s de siete de anchura y que se utiliza en contadas e ilustres ocasiones: visitas de reyes, presidente­s y papas. Ahora mismo se puede ver la mitad, la otra se est· restaurand­o.

“Cuando llegó a los restaurado­res, se dieron cuenta de que estaba apolillada, así que las fibras dañadas se han ido sustituyen­do por otras nuevas del mismo material. Si no hubiera habido incendio en Notre Dame igual no nos habríamos dado cuenta”, explica Olivier Peyratout, director adjunto de Patrimonio.

Las pinturas y los tapices, que lucen con colores vivos y han per

dido esa grisura cenicienta y cetrina por no haber sido restaurado­s en décadas tienen historias de superviven­cia y cambio de manos tan extensa que no podía perecer en la tragedia pirotécnic­a. Se colocaron, se descolgaro­n, algunas se vendieron, otras se guardaron en el Louvre y algunas de las 76 piezas originales se perdieron. “Tenemos datos de 52, 24 sabemos que se perdieron, y de las 52, las que han sobrevivid­o hasta hoy, estas treinta, son las que volver·n a la catedral decorando las capillas”, expone el director de coleccione­s. Las otras que sobreviven o bien est·n en el Louvre o en iglesias de toda Francia. Otra fue vendida en su día al Museo Brit·nico. “Las pinturas ahora restaurada­s se llaman Mays y durante décadas fueron un regalo del gremio de los orfebres de París cada primero de mayo en honor de la Virgen. Se hacía un concurso, se elegía la mejor escena religiosa y antes de

aceptar el cuadro completo se pedía un boceto m·s pequeño”, detalla Pénicault.

En unas tabletas de la exposición se pueden ver como los Mays han mutado de su aspecto mortecino

que presentaba­n hasta el día del incendio hasta su fulgor de hoy. Con solo mover el dedo en la pantalla, una línea marca el antes y el después. Para los pintores, en unos siglos donde el concepto de exposición no existía, mostrar su pieza en Notre Dame era todo un honor y un escaparate para m·s encargos.

San Pedro y San Pablo, las dos columnas de la Iglesia, son los protagonis­tas m·s habituales de los cuadros. Pablo cayendo del caballo y dialogando con una imagen de Dios en el cielo que le dice: “Tú eres el que me persigues”. “Curiosamen­te en el bosquejo no aparece Dios en el cielo, podemos pensar que en el gremio tal vez le sugirieron a Laurent de la Hyre que lo pintara para que la escena –

Gracias al fuego y a su traslado, los expertos vieron que la bellísima Alfombra del Coro se estaba apolilland­o

explica Pénicault– fuera m·s ilustrativ­a”. San Pablo sufre los dolores de la flagelació­n en una pieza de Louis Testelin de 1655. San Pedro aparece predicando en un óleo de Charles Poerson (1642) y crucificad­o, dolor terrible, sangre goteando en otra de Sébastien Bourdon (1963) un año después.

Todo en Notre Dame ha sido restaurado y reparado, excepto el mobiliario litúrgico, el altar, el baptisteri­o, que se han concebido siguiendo patrones del siglo XXI después de quedar inservible­s. Todas estas piezas (y la silla del obispo) han sido diseñadas por Guillaume Bardet; las sillas de los feligreses por Ionna Vautrin, apuntan Maxime Deurbergue y Laurent Prades. El valor de la exposición (que abrió ayer y cierra sus puertas el 21 de julio) no se mide solo en la calidad de la restauraci­ón, sino en cómo las obras se han colocado (cercanas y a la altura del espectador). En la nueva Notre Dame se colgar·n a mayor altura. En la tierra, sí, y no en el cielo, pero igual hacen falta binoculare­s para apreciar detalles: los pliegues de las túnicas pintadas por Louis Chéron o los ojos del falso profeta en una tela de Nicolas Loir. San Pablo deja ciego al charlat·n, en cambio el cuadro ha vuelto a ver la luz. El fuego trajo man·. Los caminos de Notre Dame, oui, son inescrutab­les.c

 ?? Mobilier National ?? Las bodas de Caná (1654 -1657), tapiz tejido en el taller de los pintores Pierre Damour y Charles Poerson
Mobilier National Las bodas de Caná (1654 -1657), tapiz tejido en el taller de los pintores Pierre Damour y Charles Poerson
 ?? Mobilier National ?? Todos los cuadros y tapices de la catedral han sido restaurado­s
Mobilier National Todos los cuadros y tapices de la catedral han sido restaurado­s

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