Duele la verdad
Jauría ★★★★✩
Autoría: Jordi Casanovas
Dirección: Miguel del Arco
Intérpretes: Ángela Cervantes, Artur Busquets, Francesc Cuéllar, Quim Àvila, David Menéndez, Carlos Cuevas
Lugar y fecha: Romea (6/IV/2024)
Cinco años ha tardado la Jauría de Jordi Casanovas en encontrar teatro en Barcelona. Tiempo suficiente para que un nuevo reparto asuma las voces documentales de la víctima y los agresores de la violación grupal de La Manada ,el medi·tico caso que despertó consciencias colectivas. La expectación no ha remitido desde su estreno en Madrid en el 2019. M·s que una suposición, un hecho ocular: una larga cola se extiende desde la plaza Sant Agustí hasta la puerta del teatro Romea. Casanovas se ha convertido en un maestro en extraer excelentes ficciones de la crónica negra de la España del siglo XX y XXI, m·s alguna excursión internacional (Port Arthur). El drama construido gracias a la maquinaria del interrogatorio, en un juzgado, plató de televisión o comisaría. Casi siempre reflejando la banalidad de los comportamientos m·s disfuncionales de nuestra sociedad.
En Jauría se percibe un extremo cuidado por no recrearse en el sufrimiento de la mujer agredida. Ese error ya queda expuesto en el acoso por la verdad de los señores letrados. Miguel del Arco contrapone así a la precisión de la palabra (recuperada de las actas judiciales) un juego coreogr·fico de los cuerpos que aporta la distancia para no sucumbir a la pornografía de las emociones primarias. Una danza meticulosa para marcar la soledad del individuo frente a la fuerza inmisericorde del grupo, con o sin toga. También se huye de cualquier gesto que victimice de nuevo a la protagonista. Es este el rasgo m·s interesante de la interpretación de ¡ngela Cervantes. Incluso en los momentos en que parece quebrarse, su voz y actitud es de alguien que reivindica su derecho a ser como quiere ser. También a sobrevivir al horror.
Artur Busquets, Francesc Cuéllar, Quim ¿vila, David Menéndez y Carlos Cuevas –una vez superado el inicial choque de acentos del sur– asumen a la perfección el car·cter metafórico de sus personajes, la calidad que se desprende de la suma de sus declaraciones. Sin obviar la bajeza absoluta del acto concreto de la violación, esos sujetos estremecen por la genuina inconsciencia de su misoginia. Un vacío moral en todo lo concerniente a las mujeres. No puede haber un genuino reconocimiento de culpa cuando el comportamiento machista solo genera repulsa cuando se manifiesta con extrema violencia. Cualquier grado por debajo de lo penal est· naturalizado, es consentido en cómplice silencio. Y es con esta dolorosa revelación sin circunloquios que Jauría remueve al público, arranca aplausos y llena teatros.c