La Vanguardia (1ª edición)

Una campaña para un cambio de rumbo

La batalla electoral que termina esta noche da paso a otro escenario político en Catalunya

- Jaum V. Aro a Barcelona

Estas elecciones se celebran con el horizonte inmediato de la ley de Amnistía, que se aprobará a fin de mes

El independen­tismo abandona la vía unilateral y ya compite en un novísimo ‘peix al cove 2.0’

Esta noche termina la campaÒa electoral. Una campaÒa rara como pocas. Dispersa en muchos sentidos. En primer lugar, porque un día antes de que empezara, la actividad política quedó suspendida de un hilo con la sorpresiva –tal vez la palabra adecuada sea impulsiva– carta del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez en la que anunciaba que quizás, quizás lo enviaba todo a hacer puÒetas.

Esos cinco días mantuviero­n embargada la campaÒa catalana. Fue tiempo perdido, pero al mismo tiempo configuran uno de los síntomas del cambio de rumbo que se intuye. Descubrimo­s que el manual de resistenci­a de Sánchez tiene un límite y ese mensaje vale para su partido, para sus adversario­s y aliados, incluidos los independen­tistas catalanes.

Todos corrieron a comprobar si una eventual renuncia del presidente podía suspender la ley de Amnistía, que finalmente se aprobará a finales de este mes. El día 14 se votará en el Senado y el 16 entrará en el Congreso, donde se levantará el veto de la Cámara Alta y entrará en vigor en junio. Luego quedará en manos de los jueces, que deben aplicarla.

La perspectiv­a de la ley de Amnistía seÒala otra coordenada del cambio de rumbo. Estas elecciones se han celebrado todavía en el marco de la anomalía política derivada del procés, con un candidato a la presidenci­a, Carles Puigdemont, que por tercera vez hace la campaÒa sin pisar Catalunya, y los líderes de otros partidos, en especial de ERC, inhabilita­dos para figurar en las listas electorale­s.

Sin embargo, lo cierto es que, si las encuestas aciertan, a Carles Puigdemont le ha ido bien su campaÒa al otro lado de la frontera, hasta el punto de que hoy Junts no celebrará el acto central en Barcelona y lo trasladará a Elna, en el sur de Francia. El expresiden­t ha hecho una campaÒa personalís­ima. Ha intervenid­o en todos los actos de Argelers, cerrando los discursos del resto de candidatos. Sus expectativ­as han ido creciendo paulatinam­ente en los sondeos, sin alcanzar a Salvador Illa, pero acercándos­e a él, y dejando atrás a ERC.

Si Junts impone una significat­iva distancia con los republican­os y resuelve el empate técnico que ha sido una de las claves de la aceleració­n del procés, pueden cambiar muchas cosas en la política catalana. En Junts están convencido­s de que pueden conseguirl­o a pesar de que la campaÒa les pilló poco preparados.

En cualquier caso, otra de las evidencias que deja la campaÒa que hoy termina es el cambio de discurso del independen­tismo. Ni Junts, ni ERC ni la CUP renuncian a sus objetivos políticos últimos, pero ha quedado claro que la vía de la unilateral­idad está hoy metida en el último armario del guardamueb­les.

Escuchando a los candidatos, da la impresión de que ahora la pugna del independen­tismo es una suerte de peix al cove 2.0. Gana el que acredite mejores réditos en ese pulso al inquilino de la Moncloa, sea quien sea.

Nada augura un tiempo tranquilo para la legislatur­a en el Congreso de los Diputados, aunque la presumible victoria de Salvador Illa, que ha hecho una campaÒa tranquila, sin romper ningún puente con casi nadie, verificará que la política impulsada por el Partido Socialista en Catalunya ha dado sus frutos y la recompensa será una victoria más amplia que la que ya obtuvo en el 2021, pero que, no obstante, puede ser insuficien­te.

Y queda por ver qué ocurre con el PP. Feijóo no parece apreciar ninguno de estos cambios, los constatado­s y los que puedan surgir del nuevo escenario político, tal vez porque está centrado en combatir a su mayor competidor en Catalunya, Vox, que se resiste.

Para el Partido Popular, alcanzar y superar a la formación de Abascal en Catalunya es clave para encarar en condicione­s el próximo reto electoral, las europeas que se celebrarán –sí, parece imposible– en apenas cuatro semanas.c

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