ElLiceu,porelladooscurode‘LaCenerentola’
Javier Camarena y Maria Kataeva protagonizan este Rossini bufo que denuncia el ‘bullying’ y la violencia de género
La ‘regista’ Emma Dante se inspira en el surrealismo pop que recrea bellas fábulas perturbadoras
Giacomo Rossini (1792-1868) compuso La Cenerentola en 24 días. El mago de la ópera estrenaba en Roma, en 1817, este título basado en el cuento popular que recogió Charles Perrault. Al cabo de un aÒo, la que sería su última ópera bufa, escrita después de Il barbiere di Siviglia, ya se representaba en la Rambla, en el Teatre de la Santa Creu. Barcelona esperaba con deleite cada nuevo título suyo. Y ahora, más de dos siglos después, regresa de nuevo al Liceu – del 18 de mayo al 1 de junio– con un reparto de campanillas liderado por el tenor Javier Camarena y la mezzo Maria Kataeva bajo la batuta de Giacomo Sagripanti.
El montaje llega de la ”pera de Roma y lo firma Emma Dante, quien, inspirándose en el surrealismo
pop americano –esas bellas y perturbadoras fábulas barrocas que hacen pensar que todo puede acabar en pesadilla–, muestra el lado inquietante de esa violencia que se cierne sobre la candorosa Angelina, la hijastra reducida a criada que no puede siquiera permitirse soÒar, y sobre el príncipe Don Ramiro, que finge ser vasallo mientras su criado se disfraza de
príncipe. La máscara como oportunidad para ser otro, como apunta el director artístico del Liceu, Víctor García de Gomar.
El libreto de Jacopo Ferreti bebe de un tiempo ilustrado y no contiene la magia sobrenatural del cuento: no hay zapato de cristal ni calabaza transformada en carroza (solo la carroza del príncipe). Pero es rico en giros humorísticos
y la trama musical está armada según corresponde a la tradición rossiniana, trepidante, llena de ritmo y, aun así, psicológica. Los guiÒos se suceden, ora bufos ora serios, subrayando los aspectos burlescos y lúgubres de la historia. De hecho, arranca en Re menor, con Angelina entonando una canción triste. Y ni siquiera tendrá un aria, porque lo importante no es la historia sino la atmósfera de intimidad e inocencia.
“Se han hecho adaptaciones de esos cuentos fantásticos, desde las de los Hermanos Grimm a esos Disney que han aparecido como caramelitos, pero en origen tenían una moraleja en el contexto de la época –decía ayer Camarena al presentar la producción–. Son historias que no eran como las contamos ahora, por eso vale la pena indagar. Pues esa parte del amor que triunfa por encima de todo que es La Cenerentola de Rossini responde al lado utópico que tenemos como sociedad, pero hay que recordar el sacrificio que implica. Y aquí la propuesta escénica es muy interesante, con esos toques que la hacen no solo mágica sino reflexiva. La ópera ha de ser reflejo de nuestra propia realidad e invitarnos a ser partícipes de algún cambio”, aÒade el tenor.
Dante recuerda que el título nos acerca a la cuestión de la violencia dentro de los muros domésticos: “Esa prepotencia, el abuso sobre la condición femenina –dice– que aún hoy no se ha resuelto en ciertas familias, y estoy pensando en el sur de Italia, donde no hay cenicientas pero sí muchas situaciones de violencia domestica”.
Sagripanti, por su parte, entiende que Dante traiga a escena sus vivencias, “pero mi forma de abordar el título es más neutral, absoluta, desde el mensaje en general, seas hombre o mujer. Como músico no quiero focalizarme en eso, pues la interpretación toma una vía peligrosa y ya no vas a poder sacar lo absoluto de Rossini. Me gusta dejarlo en abstracto”.
El reparto alternativo lo protagonizan Carol García y Sunnyboy Dladla, y los completan Florian Sempey y Carles Pachon (Dandini), Paolo Bordogna y Pablo Ruiz (Don Magnifico) y Erwin Schrott y Marko Mimica como ese Alidoro, un deus ex machina que le da a la ópera ese lado más serio.c