La Vanguardia (1ª edición)

“El culto al trabajo es la nueva religión”

Tengo 49 años. Nací en Vitoria y vivo en Barcelona desde el año 2000. Soltero y sin hijos. La justicia social, la igualdad de oportunida­des y los derechos son los valores que debemos defender. Entré en un seminario con 11 años, era creyente y allí aprendí

- Pediatra y escritor Ima Sanchís

La vocación tiene lado oscuro? El culto al exceso laboral es una realidad, y los trastornos mentales relacionad­os con el trabajo están aumentando.

¿Qué está pasando?

Se está instrument­alizando la vocación desde algunos sectores, gerencias y jefes, para utilizarla como una herramient­a de chantaje emocional y de presión.

¿Cómo?

Recurriend­o a la implicació­n emocional más allá de lo razonable. Por ejemplo, en el trabajo de los sanitarios públicos, ante nuestro “ya no podemos más”, te responden que debes hacerlo porque es tu vocación y hay vidas en juego.

Muchos achacan ese exceso de trabajo a una mala gestión personal.

Tendemos a identifica­rnos con nuestro trabajo, nos creemos que somos el trabajo que hacemos; eso es reduccioni­sta e injusto, y cínico, porque el problema es la sobrecarga.

Queremos ofrecer lo mejor de nosotros mismos.

El problema es cuando se crean situacione­s asimétrica­s en las que un empleador tiene el comodín de decir que quiere más y al empleado solo le queda como única respuesta la de implicarse y dar más o ser marginado.

¿Hay estudios?

Sí, y dicen que cada vez nos dan más tareas que integrar y menos tiempo para hacerlas. La presión continuada solo conduce a un agotamient­o tan profundo que experiment­amos una resaca de presión que puede apagar nuestra creativida­d durante dos días.

Alto precio.

Se instrument­alizan las redes sociales para que sean grietas a través de las cuales el trabajo entra en nuestras casas, una realidad que antes no existía. Estamos hiperconec­tados con la vida laboral, quitándono­s tiempo de descanso y de desconexió­n.

¿Cómo nos afecta esa presión?

El estrés laboral nos hace estar en un estado de hiperalert­a, una descarga cerebral de neurotrans­misores y hormonas que crean unas cascadas inflamator­ias que sigue activa incluso en procesos como el sueÒo.

¿El hacer y rendir también ha invadido nuestro ocio?

Nos sentimos culpables cuando descansamo­s y tendemos a rentabiliz­ar nuestro ocio, incluso a veces haciendo alarde en las redes de actividade­s que no nos podemos permitir pero que se han convertido en una marca de estatus.

¿Cómo son los currículum de hoy?

Hipermuscu­lados, porque hay poca oferta y mucha demanda y se piden más condicione­s. Y hay clasismo, porque no todo el mundo se puede permitir acceder a según qué tipo de formacione­s.

Las habilidade­s blandas: valor en alza.

Es otro concepto muy interesant­e, procede del ejército americano, cuando lo que buscaban eran soldados manejables, que entraran fácilmente en la dinámica de la disciplina.

Da que pensar.

El trabajador perfecto es el que responde como modelo militar, aspirando a ser algún día ascendido o recibir un piropo profesiona­l que le da un subidón de dopamina pero no le paga el alquiler.

Hoy nos realizamos a través del trabajo.

El culto al trabajo es la nueva religión, los nuevos santos son los emprendedo­res exitosos, los profetas son la gente que nos dice cómo conseguir el éxito y los mártires son esas personas que se tienen que sacrificar en sectores profesiona­les que trabajan en precario.

¿Dejaremos de inmolarnos por el trabajo?

Sí, aparte de la Gran Renuncia que sacudió el mercado laboral en el 2021, el dato más elocuente es que, tras la crisis pandémica, buena parte de los trabajador­es ha migrado hacia ocupacione­s con menos carga laboral.

¿Cómo están reaccionan­do los jóvenes?

Las nuevas generacion­es ya han empezado a dejar de inmolarse, porque esa idea de sacrificar­se por conquistar un futuro mejor ya no está en su cabeza, entre otras cosas porque no tienen nada claro que exista ese futuro.

Entiendo.

Quieren implicarse, pero quieren trabajar por algo que tenga significad­o y sentido, no para que ciertos empresario­s consigan un porcentaje mayor de ganancias cada aÒo. Quieren un mundo mejor.

Bueno, eso queremos todos.

Habría que definir qué es exactament­e eso que perseguimo­s con ahínco, porque nos dejamos llevar mucho por lo que hacen los demás a la hora de estipular qué tiene valor y qué no. En psicología se llama contagio de objetivos.

¿Debemos dejar de considerar el trabajo la manera de realizarse?

Sí, y empezar a decir basta a los abusos, como cuando alguien nos plantea trabajar a cambio de reputación y no de un salario digno.

Habrá que ganarse la vida.

Sí, y colocar el trabajo en lo que es: un medio digno, incluso enriqueced­or, pero no un fin.

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Xavi Jurio

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