La Vanguardia (1ª edición)

Pulitzer a la disidencia rusa

Vladimir Kara-Murza gana uno de los grandes premios de periodismo escribiend­o desde la celda donde cumple 25 años por desnudar al régimen de Putin

- Fr nc sc P irón Nueva Y rk. C rresp sal

SEscribió artículos para ‘The Washington Post’ afrontando un grave riesgo personal, lo que no le impidió seguir con su crítica

us artículos para The Washington Post est·n fechados en tres sitios diferentes: Los calabozos del palacio de justicia de Moscú, el centro de detenidos preventivo­s número 5, también en la capital rusa, y la colonia penitencia­ria número 6 en Omsk, ciudad en la región de Siberia.

El régimen de Putin encerró y condenó a un cuarto de siglo de prisión a Vladimir Kara-Murza, de 42 años, escritor, historiado­r, político cineasta y activista por los derechos humanos, debido a su crítica a la invasión de Ucrania y a la guerra allí desatada.

Pero esa intimidaci­ón no le hizo callar. “Los dictadores no se contentan con controlar el presente, sino que también quieren controlar el pasado. Las narrativas históricas correctame­nte elaboradas pueden darles una apariencia de legitimida­d y justificar sus acciones”, escribió en un artículo titulado “Putin cree que puede doblegar la historia a su voluntad”.

Este es uno de los siete artículos enviado desde su encierro que le ha valido ganar este año uno de los premios Pulitzer, el reconocimi­ento m·s importante que existe en el periodismo.

Según el anuncio de los galardones, Kara-Murza mereció esa distinción por sus “columnas apasionada­s escritas con gran riesgo personal desde la celda de una prisión”. También considerar­on que su trabajo es “una advertenci­a sobre las consecuenc­ias de la disidencia en la Rusia de Putin”, mientras “insiste en reclamar la democracia para el futuro en su país”.

Como sostuvo Alex·nder Solzhenits­in, el premio Nobel de literatura que supo lo que era el gulag o campos de trabajo, la ventaja del cautiverio es la falta de distraccio­nes. Kara-Murza se ha centrado en lo suyo.

Su sentencia por traición ha sido ampliament­e descalific­ada por la comunidad internacio­nal por ser draconiana y políticame­nte motivada. Fue detenido el 11 abril del 2022 en Moscú, después de una visita a la c·mara de representa­ntes de Arizona donde se pronunció contra el conflicto bélico en Europa. Horas antes del arresto apareció en la CNN. “El gobierno hoy en nuestro país no es solo corrupto, no es solo cleptocr·tico, no es solo autoritari­o. Es un régimen de asesinos”.

Su esposa, Evgenia, confesó que es muy surreal para su marido recibir el Pulitzer estando en una celda de castigo de seis metros cuadrados. Aseguró que le desconsola­ba que Vladimir, que recibió la noticia por su abogado, no pueda viajar a Nueva York para recoger el premio en persona.

Nació en una familia de científico­s, periodista­s y abogados con una larga trayectori­a en el terreno de la disidencia contra el Estado. Dos de sus bisabuelos fueron ejecutados durante las grandes purgar de Stalin. Su madre se casó con un brit·nico en la década de 1990 y se llevó al joven Kara-Murza a Inglaterra, donde estudió en la Universida­d de Cambridge y consiguió la ciudadanía de ese país.

The Washington Post explicó que Kara-Murza siempre ha sido “un escritor incisivo y apasionado”. Su artículos eran pulcros y requería poca intervenci­ón de los editores. Trabajando m·s que nada de memoria, sin pr·cticamente poder hacer consultas en un librería y sin acceso a los medios, “utilizó su amplio conocimien­to de la historia y la política rusas para producir comentario­s distintivo­s”.

En sus textos no pontifica sobre la propaganda rusa. Lo que hace es describir las vivencias silenciada­s de muchos rusos que, como él, se oponen a la

Premiado Arriba, el activista ruso gesticula durante un juicio. Abajo, su esposa Evgenia abraza al escritor editor de ‘The Washington Post’, David Hoffman, tras conocer que su marido ganó el premio Pulitzer guerra en Ucrania. En el relato de su encuentro remoto con su compañero disidente Alexéi Navalni (fallecido el pasado febrero en prisión), expuso lo absurdo de una autocracia que “se esfuerza por ocultar su crímenes bajo un barniz de legalidad”.

Como su voz continúa encarcelad­a, Evgenia se ha encargado de prestarle la suya. “Mi marido cree verdadera y profundame­nte que debemos decir la verdad, a pesar de los riesgos, cuando te enfrentas a algo tan atroz como el régimen de Putin. …l cree que es crucial distribuir informació­n, informació­n veraz, sobre lo que est· ocurriendo”, declaró a una cadena de radio. “El cree que Rusia se merece un futuro mejor”, insistió.

Khara-Murza sabía que irían a por él. Podría haberse ido. Decidió quedarse porque consideró que la detención era el precio por ser una figura creíble de la oposición. Evgenia espera que no sea el próximo Navalni.c

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Jabin Bot ford / A -LaPre e
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