La Vanguardia (1ª edición)

Adiós al ascenso directo

El conjunto perico suma su quinto empate consecutiv­o en Valladolid tras un partido donde no tuvo ninguna ocasión clara de gol y acabó con diez

- C rl s Ruiz Valladolid

Es el objetivo de la temporada. Una obligación por historia y presupuest­o. Innegociab­le para la afición. Pero el Espanyol, después de toda una temporada sinuosa, con cambios de dirección constantes en el banquillo y en el juego, tiene pr·cticamente imposible el ascenso directo a Primera tras sumar el quinto empate consecutiv­o en Valladolid. Los pericos confirmaro­n en Zorrilla la peligrosa tendencia que arrastran desde hace meses, también desde la llegada de Manolo Gonz·lez a la banda.

Pucela era el escenario del examen definitivo, la última prueba para un equipo falto de personalid­ad que tenía ante sí la ocasión de reivindica­rse. La oportunida­d de dar un paso adelante pese a vivir permanente­mente acompañado por m·s sombras que luces. Sin embargo, las tablas sin goles en un partido muy bronco, sin ninguna ocasión clara de los catalanes, es otro capítulo de un drama anunciado. El playoff, muy igualado a falta de tres jornadas, pasa a ser el clavo ardiendo de los blanquiazu­les para no prorrogar su estancia en la categoría de plata, que sería, sin duda, un rotundo fracaso.

”scar Gil, relegado al banquillo desde hace jornadas, discutido su rendimient­o, fue la novedad en el once junto a Melamed, y en el bando vallisolet­ano sorprendió la titularida­d en ataque del debutante Arnu, de solo 17 años.

Pese al resultado, la propuesta del Espanyol fue valiente, como no podía ser de otra manera en una cita a cara o cruz ante un rival directo por las dos primeras plazas. Los pericos quisieron apretar con una presión adelantada. Evitaron así ser dominados, pero el partido empezó sin un dueño claro, mareado el balón entre imprecisio­nes. Las pulsacione­s de ambos equipos solo aumentaron en los primeros compases con una trifulca tras un choque entre Anuar y Jofre, que acabó con el canterano perico lesionado al cuarto de hora de juego. Fue la primera de muchas interrupci­ones en una primera parte donde reinó el miedo a cometer un error.

Todas las jugadas morían en faltas, intercepci­ones, un corte a tiempo o un disparo bloqueado.

Llegar a la orilla del ·rea ya era un lujo. El portero Masip fue un espectador de lujo, con los guantes aún por estrenar en los primeros 45 minutos, y Joan García únicamente sudó en el tiempo de descuento antes del descanso, primero con un disparo de Monchu en el ·rea, raso y demasiado manso, que acertó a rechazar y segundos después en una estirada tras un cabezazo de Lucas Rosa que pasó cerca del palo.

No cambió el guion tras la reanudació­n, víctima el partido de una tensión que también se notó en la grada, consciente el público pucelano de la importanci­a de un duelo que les podía dejar con un pie en Primera. La mecha acabó por encenderse entre el respetable a la hora de juego, cuando el ·rbitro del encuentro, Cordero Vega, primero pitó penalti por una salida en falso de Joan García sobre Monchu y después se retractó tras acudir al monitor del VAR. La ira de la parroquia local se tornó en felicidad apenas unos segundos m·s tarde al ver como el colegiado enseñaba la segunda amarilla, y por tanto la roja, a Melamed por entender que se había tirado en una acción dentro del ·rea. El m·s difícil todavía para un Espanyol que se agarró al empate como único e insuficien­te botín. Los de Pezzolano apretaron, pero solo estuvieron cerca de la victoria en una jugada, tras un fallo defensivo general de los pericos, que malogró Negredo con un disparo alto. Un alivio insuficien­te para un conjunto blanquiazu­l que sigue sin demostrar que tiene armas para subir a Primera.c

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RCD ESPANYOL Melamed fue expulsado por una segunda amarilla en la que fingió ser objeto de un penalti

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