La Vanguardia (1ª edición)

El BBVA deberá mejorar la oferta y buscar un acuerdo con el Gobierno

La batalla de la opinión pública será decisiva pero el atacante parte con desventaja

- LA CRÓNICA M ne Pé ez Movimi tos l s ctor ba cario

Carlos Torres, el presidente del BBVA, los ejecutivos de la entidad y sus bien pagados asesores externos, por impericia o soberbia –en los próximos meses se podr· precisar la contribuci­ón de cada uno de los dos pecados–, han transforma­do una operación financiera en un sector estratégic­o, su propuesta de fusión de un megabanco, el que dirigen, y un gran banco, el Sabadell, en una batalla del poder financiero contra el poder político. Pese a gozar de la ventaja de golpear primero, no en una ocasión sino en dos, su proceder ha resultado en sendos contratiem­pos para sus intereses. Tal vez definitivo­s.

Se antoja difícil que la oferta pública de adquisició­n de acciones (opa) hostil del primero sobre el segundo pueda llegar a buen puerto con la oposición del Gobierno, el mundo económico, la opinión pública y las fuerzas vivas y el tejido empresaria­l de los dos principale­s territorio­s afectados por la fusión, Catalunya y Comunidad Valenciana.

La bendición de los reguladore­s, Banco de España, que se prepara ya para el relevo de gobernador, y Banco Central Europeo (BCE), que solo se pronunciar·n sobre la solvencia de la operación, no sobre competenci­a, y que se puede dar por segura, pues los dos bancos implicados ya la tienen sobrada por separado, no es suficiente para hacer frente a la oleada de rechazo que ha desatado el abordaje anunciado por Torres.

Con las actuales cartas sobre la mesa y para alcanzar una salida airosa, Torres deber· maniobrar en los próximos meses para conseguir la confluenci­a de dos circunstan­cias complement­arias. Primero, un acuerdo con Josep Oliu, el cori·ceo presidente del Sabadell; algo que solo ser· posible elevando la oferta por su banco, con efectivo y no solo con papeles, acciones del BBVA. ¿Pacto en este clima de guerra abierta entre los dos banqueros? En los negocios todo acaba siendo una cuestión de precio, botín que explica los virajes finales que nunca hay que descartar.

Segundo requisito para el buen fin de la opa, un cambio de criterio de Pedro S·nchez, el jefe del Gobierno; o, caso contrario, un giro de guion aún mayor, cambio de presidente. Para cualquiera de las dos posibilida­des, el banquero

salmantino debería ofrecer contrapres­taciones relevantes al poder político.

¿Cu·l es la clave para entender la durísima reacción del Gobierno? ¿Qué extraño resorte ha activado a Carlos Cuerpo, el discreto y mesurado técnico que encabeza el Ministerio de Economía, para lanzarse en tromba contra la opa cuando fue muy cauteloso en los primeros compases, cuando todo parecía m·s amistoso?

Pedro S·nchez y Cuerpo se enteraron de que el BBVA iba a lanzar una oferta hostil bien avanzada la noche del miércoles, la víspera del anuncio público. Un sector estratégic­o, b·sico de la economía, cuya dependenci­a de la protección del Estado es condición de su propia existencia, iba a verse

conmociona­do por el movimiento de Torres y los suyos y el presidente del Gobierno no supo nada hasta unas horas antes, y eso a través de un escueto mensaje del banquero. Igual que el Banco de España, por cierto.

La primera reacción de Cuerpo, esa noche bastante neutra, no recogía aún el enorme disgusto del presidente. Una afrenta soberbia al poder político que no iba a quedar sin respuesta. La constataci­ón del clima que se respiraba en Moncloa le llegaría al ministro la mañana siguiente.

Una irreverenc­ia, adem·s, en el tramo final de la campaña catalana. Un zarpazo sobre el Sabadell susceptibl­e de interpreta­rse por parte de un sector de las clases medias –e incluso de la alta burguesía–, esas que decidir·n el pulso final entre el PSC y el independen­tismo y en el que tanto se juega S·nchez y su política de conciliaci­ón a través de la amnistía, como un nuevo golpe del poder centraliza­do en Madrid contra la economía catalana. Tiempo le ha faltado al expresiden­t Carles Puigdemont, principal rival de los socialista­s en esta campaña, para abogundo, nar la idea y parangonar la opa con la intervenci­ón de Catalunya artículo 155 en mano.

En verdad, S·nchez sabía que algo se cocía, entre otras cosas porque desde el mundo empresaria­l y político catal·n, Josep S·nchez Llibre, presidente de la patronal Foment, y Salvador Illa, el candidato del PSC y vencedor in pectore de los comicios de hoy según la prospectiv­a demoscópic­a, le advirtiero­n del peligro para la economía catalana de que el banco de origen vasco lanzase una opa hostil. Precisamen­te por ese conocimien­to, estos dos últimos fueron los m·s madrugador­es en reaccionar, muy a primera hora del jueves, al anuncio de la opa hostil. El primero, con un comunicado de rechazo radical; el seen una entrevista en TV3 en la que se pronunció sin matices contra el asalto al Sabadell con argumentos de índole económica. Sus respuestas establecie­ron el tono para el resto de declaracio­nes en cadena de partidos políticos, patronales, sindicatos y entidades civiles.

¿Sabadell, banco catal·n? Desde el 2017 tiene su sede en Alicante, mantiene su cuartel general en Sant Cugat del Vallès (Barcelona), parte de sus directivos residen en Madrid y su objetivo es ser un gran banco español. De hecho, la trascenden­tal reunión del consejo de administra­ción que Oliu convocó el pasado lunes y en la que se aprobó rechazar la oferta del BBVA, aún no era una opa hostil, se celebró en Madrid. Significat­iva elección que no dejaba intuir un debate sobre la operación en términos territoria­les. Una combinació­n de referencia­s que no es f·cil interpreta­r. Tampoco, por lo que parece, para el BBVA, que ha acabado abriendo también ese frente, en contra precisamen­te de los intereses del Gobierno.

Pero Oliu es un personaje muy activo en Barcelona, donde man

Gobierno y Banco de España se enteraron la noche del miércoles, la víspera, de que habría opa hostil

Sánchez recibió las primeras señales de lo que venía desde el mundo económico y político catalán

tiene contactos frecuentes con políticos y el resto del mundo económico. Y lo que también es muy relevante, el banco sigue teniendo su principal centro de actividad en Catalunya y Valencia, territorio­s donde cultiva una elevada cuota de financiaci­ón a las empresas, especialme­nte pymes. Su absorción por el BBVA sería un problema para muchas de ellas. En ese sentido, el Sabadell sigue siendo un banco catal·n y valenciano, lo que explica que Carlos Mazón, el presidente de esta última comunidad, se haya sumado con ardor a la repulsa de la operación del president de la Generalita­t, Pere Aragonès, pese a que la sede alicantina del Sabadell no sea m·s que simbólica y las aspiracion­es de esa ciudad, como las de Barcelona por otra parte, a convertirs­e en una plaza financiera relevante son mínimas.

Para el Gobierno ha sido inaceptabl­e no ser consultado sobre una operación que afecta a un sector estratégic­o

Sin embargo, son escasas las posibilida­des de que el Sabadell encuentre un caballero blanco que compita con el BBVA y le ofrezca mejores condicione­s. La banca europea no juega a las operacione­s transfront­erizas y en España los dos potenciale­s candidatos, Santander y CaixaBank, no est·n por la labor.

A partir de ahora se abre un largo periodo, de hasta un año, antes de que la opa se materialic­e, es decir, que llegue el momento en el que los accionista­s del Sabadell opten por vender o seguir conservand­o sus acciones. Pero tal y como se ha configurad­o en la salida, no ser· la tediosa y lenta marcha de las m·quinas burocr·ticas y administra­tivas, sellos y aprobacion­es, la que marcar· el proceso. La batalla de la opinión pública ser· tanto o m·s relevante, de una dureza implacable. Y también decisiva. Mientras no cambien las circunstan­cias, el atacante tiene una clara desventaja.

El olimpo de los amos del universo financiero ya no gobierna con las potestades ilimitadas del pasado. Las considerac­iones políticas son algo m·s que simples rozamiento­s molestos f·cilmente abordables.

El BBVA contaba con la complicida­d de algunos grandes inversores, a los que Torres se refirió al explicar que algunos accionista­s relevantes le habían manifestad­o su interés por la oferta. Se trata de operadores financiero­s capaces de ser tremendame­nte implacable­s y rudos cuando se abalanzan sobre una presa, pero que también son consciente­s de que enfrentars­e a un gobierno es mala pr·ctica si se invierte en muchos sectores y se aspira a recibir un buen trato de autoridade­s y reguladore­s.c

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Vi tW st/R ut rs Una oficina del BBVA en la Gran Via de Bilbao

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