La Vanguardia (1ª edición)

La frágil monja que creó un imperio de la caridad

Tras ‘Sound of freedom’, Monteverde lleva al cine a la fundadora de las Misioneras del Sagrado Corazón, patrona de los emigrantes

- Justo Barranco Madrid

Loretta Young tendría que haber vuelto al cine con este papel en 1976 dirigida por Martin Scorsese, pero el proyecto no se materializ­ó. Medio siglo más tarde, la primera santa estadounid­ense, la patrona de los emigrantes, la fundadora de las Misioneras del Sagrado Corazón de Jesús, tiene su biopic en un momento en el que el cine de temática religiosa va al alza.

El mexicano Alejandro Monteverde, director de la exitosa y discutida Sound of freedom, vuelve a los cines con Una mujer italiana (Cabrini), en la que junto a estrellas como David Morse, Giancarlo Giannini o John Lithgow participa incluso el tenor Rolando Villazón. Un filme protagoniz­ado por Cristiana dell’Anna que recorre la sorprenden­te vida de Frances Xavier Cabrini (1850-1917), una monja lombarda de frágil salud que no solo dribló una y otra vez a la muerte, sino a todos los poderes, desde el Vaticano hasta el primado de Nueva York y a su racista alcalde, que desdeña a las oleadas de italianos que vivían en las peores condicione­s imaginable­s a finales del siglo XIX, cuando llega Cabrini y logra fundar un emporio con orfanatos, hospitales y universida­des por todo el país.

Monteverde reconoce que no sabía quién era Cabrini y quedó impresiona­do. “Tuvo un impacto muy fuerte en EE.UU., especialme­nte entre los inmigrante­s italianos, y me resultó extraño que nadie sepa quién es. Ya Scorsese desarrolló un guion en su momento, pero no se logró. Ahora ya hay tres estados en EE.UU. que en lugar de celebrar el día de Cristóbal Colón celebran el día de Cabrini. Es la vida de una guerrera. Y me gusta hacer cine que te deje un estado de reflexión. Y la audiencia piensa en cómo seguir luchando con sus propias luchas y también en vivir para los demás, hacer por los demás. Vivimos en un mundo ególatra, al borde del narcisismo, enfocados solo en lo que yo quiero hacer. Estamos acostumbra­dos a ver a gente viviendo en la calle como si fuera normal. Este filme invita a crear diálogo: ¿qué tan normal es? En EE.UU. crece la gente viviendo en las calles, niños, ciudades de casas de campañas, en el centro de Los ¡ngeles ya son cuadras. Eso no es normal”.

Por suerte, dice, hay cosas que han cambiado respecto a la época de Cabrini. “Llevo como inmigrante en EE.UU. más de 20 años y si me preguntan que si alguna vez he sentido racismo, tengo que decir que no, pero quizá a lo mejor inconscien­temente me he alejado de los que eran racistas”, aunque admite que hay un problema con la actual inmigració­n de masas: “Es demasiado grande y necesita un diálogo entre republican­os y demócratas. Es como una guerra, tienen que unirse. Sin un diálogo entre los dos, no se puede solucionar”. El filme muestra la miseria inmunda que sufren los compatriot­as de Cabrini en la zona de Five Points. “Fue un racismo muy fuerte, los veían como una clase inferior, creo que también por ignorancia, en esos tiempos no se viajaba tanto. Primero el racismo fue contra los irlandeses, y tal como iban llegando, luego los italianos, los asiáticos, y luego los hispanos, en lo que estamos ahora”.

“En aquel Nueva York había un racismo muy fuerte contra los italianos, los veían como una clase inferior”

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A contracorr­iente Alejandro Monteverde en el rodaje del filme Una mujer italiana (Cabrini), que llega a los cines

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