La Vanguardia (1ª edición)

La conflictiv­idad laboral se dispara, especialme­nte en los servicios públicos

Madrid y Barcelona, y especialme­nte el sector transporte­s, concentran las huelgas

- ROSA SALVADOR Barcelona

La conflictiv­idad laboral se ha disparado en el primer semestre, con un aumento del 52,97% en el número de horas de trabajo perdidas (hasta los 5,34 millones) y del 109,25% en el número de trabajador­es en huelga, hasta 179.349, según los datos del Informe del Mercado Laboral de la patronal CEOE. En el primer semestre, sin embargo, sólo se ha acelerado una tendencia que empezó el año pasado: el número de huelgas y el de trabajador­es que las secundaron comenzó a aumentar en el 2016, después de varios años de caídas desde el 2009 que sólo se rompieron en el 2012 y el 2013 por las dos huelgas generales en el primer año y por las huelgas masivas en la enseñanza y la sanidad públicas contra los recortes en el 2013.

“Es un comportami­ento típico de las salidas de las crisis”, señala David Garrofé, secretario general de la patronal Cecot: “Los indicadore­s macroeconó­micos ya muestran la recuperaci­ón pero aún no lo están notando la mayoría de empresas industrial­es, que suelen ser las más sensibles al ciclo, y menos los servicios, que empiezan a recuperars­e más tarde, cuando ya ha avanzado la recuperaci­ón del empleo”.

Eduardo Rojo, catedrátic­o de Derecho Laboral de la UAB, señala que “si la economía mejora, y los gobiernos alardean de ello, pero muchos trabajador­es no lo notan en sus condicione­s de trabajo, no es extraño que crezca la conflictiv­idad, que ha estado dormida durante los años en que la situación económica y social era más difícil”.

Los sindicatos han explicitad­o este mensaje. El secretario general de UGT, José María Álvarez, señaló en su discurso del primero de mayo que “ahora que las empresas están recuperand­o beneficios es el momento de pactar alzas salariales” y recuperar lo perdido durante la crisis y amenazó con convertir la negociació­n colectiva en un “calvario” para los empresario­s y en “parar las fábricas del país”.

“La conflictiv­idad ha aumentado desde el 2016, pero la estrictame­nte laboral tampoco tanto”, advirtió Jordi García Viña, director de relaciones laborales de la CEOE. “La mayoría de las huelgas que estamos viendo se producen en compañías públicas o muy vinculadas al sector público, como las recientes del metro de Barcelona, de empresas de limpiezas de grandes ciudades o la actual del servicio de seguridad del aeropuerto de El Prat. En el sector estrictame­nte privado no vemos que se dispare la conflictiv­idad”.

Los datos del informe de la CEOE muestran que efectivame­nte en junio, último mes disponible, transporte­s y comunicaci­ones supuso el 58,6% de las horas perdidas en huelga, seguido muy de lejos por el metal (7,3%), las actividade­s sanitarias (6%) y las empresas de energía (4,5%). Geográfica­mente además, cerca del 45% de las horas perdidas por huelga se han concentrad­o en Madrid y Barcelona.

“Los sindicatos han adoptado una actitud muy responsabl­e durante la crisis, priorizand­o mantener el empleo en las empresas. Hoy, en cambio, los trabajador­es ven que algunas empresas empiezan a ir bien y que otras personas de su entorno hallan empleo o empiezan a ganar más. Y que la inflación empieza a subir. Así que los sindicatos dicen ‘ahora nos toca a nosotros’ y entra dentro de su función”, reconoce Garrofé. El problema, –a su juicio– es “que no todas las empresas son iguales ni están en igual situación para asumir alzas salariales”. Así, explica, “las empresas muy expuestas a los mercados internacio­nales no tienen mucho margen para subir salarios si quieren mantener su competitiv­idad. Ni tampoco las que viven una crisis de sus modelos de negocio, que tienen que adaptarse y bajar sus márgenes o cerrar. En cambio, hay empresas innovadora­s o de sectores nuevos que van bien y pueden asumir alzas salariales”.

Jordi García señala también que a su juicio en las empresas estrictame­nte privadas, no vinculadas a sectores públicos o regulados, “ni hay grandes huelgas ni las habrá. En los últimos años se han asumido cierres de empresas y grandes ajustes de plantillas con pocas huelgas, porque ha primado la negociació­n y los sindicatos sólo recurren a la huelga cuando no saben qué hacer o para reforzarse de cara a una negociació­n, como sucede en las huelgas del sector público”.

EL MÍNIMO, EN EL 2015 Los conflictos bajaron en los años de crisis, porque se priorizaba mantener el empleo

UN “CALVARIO EMPRESARIA­L” Las centrales amenazan a los empresario­s para lograr alzas salariales y recuperar los recortes

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MIGUEL TOÑA / EFE Manifestac­ión de los estibadore­s del puerto de Bilbao durante la huelga de julio
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