La Vanguardia (1ª edición)

Ético pero insuficien­te

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Cuando accedieron al poder tras las elecciones de mayo del 2015, los cargos de Barcelona en Comú quisieron dar un golpe de efecto y demostrar que son gente de principios y decidieron limitar su sueldo a 2.200 euros mensuales. Es lo que ellos denominan el salario ético. El resto de los ingresos que perciben por su trabajo en la institució­n va a parar a un fondo común que después la formación reparte entre diversas entidades y colectivos. Sin embargo, pronto se evidenció que ese sueldo se quedaba corto si se tiene en cuenta el volumen de trabajo que acarrea estar al frente de un Ayuntamien­to como el de Barcelona, que requiere una dedicación exclusiva y prácticame­nte permanente. A ello se una la mayor carestía de la vida de una ciudad como esta. Así las cosas, no es de extrañar que en la última asamblea de BComú se pusiera de relieve la convicción de que quizás aquella decisión de rebajar salarios se tomó precipitad­a y equivocada­mente y que ahora se plantee una revisión que, en cualquier caso, no sería fácil de explicar públicamen­te.

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