La Vanguardia (1ª edición)

Privilegia­das vacaciones

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Con la llegada del verano, miles de españoles se preparan para disfrutar de sus merecidas vacaciones dentro y fuera de la Península. A lo largo de toda la historia, el lujo de irse de vacaciones era considerad­o un capricho de la clase privilegia­da, sin embargo, en 1931, con la Segunda República, se aprobó la ley del Contrato de Trabajo, que prometía a los obreros jornadas de trabajo de 40 horas semanales y un permiso anual retribuido de siete días. Desgraciad­amente, la Guerra Civil y la Segunda Guerra Mundial pararon este progreso y el verdadero boom turístico de la clase media no ocurriría hasta la época de los sesenta.

Sin embargo, el paro, la pérdida del poder adquisitiv­o y la aparición de los miniempleo­s han lo-

grado que, poco a poco, las vacaciones vuelvan a verse como algo que sólo los privilegia­dos o ricos pueden hacer.

Hoy en día, muchas personas en nuestro país están dispuestas a trabajar horas extras no pagadas, en condicione­s precarias, para conservar un trabajo que no llega a ser mileurista. Nuestros abuelos lucharon por unos derechos que nos han vuelto a robar. CRISTINA CASTRO Madrid

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