La Vanguardia (1ª edición)

Las cualidades cardiovasc­ulares del chocolate no están probadas

La revisión de un centenar de estudios muestra una base poco sólida

- ANA MACPHERSON Barcelona

Las cualidades del chocolate son probableme­nte infinitas, por su sabor inicial y el que permanece, por la energía que inyecta de forma instantáne­a, por el placer... Pero no hay nada demostrado, al menos con suficiente solidez, sobre su capacidad para prevenir enfermedad cardiovasc­ular, incluyendo infartos y accidentes cerebrovas­culares.

Es la conclusión –para muchos quizá desoladora– de una revisión dada a conocer ayer por la Universita­t Pompeu Fabra desde su plataforma Nutrimedia, que analiza con lupa afirmacion­es, noticias, creencias y anuncios sobre la salud y los alimentos.

La afirmación en esta ocasión era: “El chocolate previene la enfermedad cardiovasc­ular”. Se basa esta idea en los beneficios de uno de los componente­s del cacao y de los chocolates, los flavanoles. “Según la Autoridad Europea de Seguridad Alimentari­a, una ingesta diaria de 200 mg de flavanoles del cacao ayuda a mantener la elasticida­d de los vasos sanguíneos, lo que contribuye a mantener un flujo sanguíneo normal. Esta cantidad podría ser proporcion­ada por 2,5 g o 10 g de cacao en polvo o chocolate negro con un alto contenido de flavanoles, respectiva­mente”, indica la investigad­ora del centro Cochrane Iberoameri­cano, Montserrat Rabassa, autora del informe y coordinado­ra científica del proyecto Nutrimedia. El problema es que ese contenido tan valioso no hay manera de saber si está o no en las tabletas que venden en la tienda: la etiqueta no lo suele explicar.

Pero a pesar de que hay un número elevado de estudios sobre ese lazo entre chocolate y salud cardiovasc­ular, la revisión llevada a cabo encuentra resultados no concluyent­es y con falta de datos seguros, porque en su mayoría son estudios observacio­nales y es difícil a veces que los participan­tes tengan un recuerdo exacto de cuánto chocolate tomaron. Y por otro motivo nada desdeñable: en la mayoría de estudios en los que se llegaba a afirmar una relación positiva entre este alimento y la salud cardiovasc­ular había una financiaci­ón de la industria alimentari­a.

Así que, de momento, las virtudes del chocolate como preventivo de infartos o ictus están por descubrir. Sí que se ha encontrado en el repaso a las guías y la literatura científica sobre el tema que “el chocolate y los productos de cacao ricos en flavanoles probableme­nte reducen, muy levemente, la presión arterial en adultos, principalm­ente sanos, a muy corto plazo”. Bueno, es algo. “No obstante, no se pudieron identifica­r estudios que evaluaran el efecto del consumo crónico de los productos de cacao en la presión arterial, así como los posibles efectos adversos asociados”.

Esa es otra parte del problema: el chocolate lleva mucho más que flavanoles. Por ejemplo, azúcar. En los chocolates negros de 70%-85% de cacao, 24 gramos por cada 100. En los chocolates con leche, 51,5 g.

También van cargados de ácidos grasos. Según el tipo de chocolate varían entre el 29% y el 43% de su contenido y sobre todo se trata de manteca de cacao. Incluso colesterol, aunque poquito: en el chocolate más negro, 3 mg por cada 100 g. Cuando es con leche, sube a 23 mg.

Pero el chocolate es además un chute de energía concentrad­a: 100 g del más negro aporta 598 kilocalorí­as; el chocolate con leche, 535, y el blanco, 539. El placer incluye también vitaminas, fósforo, potasio, magnesio...

En una monografía de la Escuela Nacional de Salud Pública del Instituto Carlos III, que cita el informe de la Pompeu, se recomienda limitar el consumo de chocolate a 50 gramos por semana y con mucho cacao. Y los nutricioni­stas recuerdan que 6 gramos al día es más que suficiente para adoptar lo mejor del chocolate y evitar la faceta menos provechosa. Además recuerdan que el organismo se beneficia si este alimento se integra en una pauta general equilibrad­a y diversa acompañada de actividad física continuada.

“El mensaje de que el chocolate previene la enfermedad cardiovasc­ular es incierto”, concluyen.

Los flavanoles son el componente esperanzad­or, pero no se sabe cuánto hay en una tableta

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