La Vanguardia (1ª edición)

La UE y Londres llegan a un pacto para un Brexit suave

Las cesiones de May permiten un acuerdo sobre la transición hasta el 2020 Queda pendiente la solución para la frontera de Irlanda del Norte

- JAUME MASDEU Bruselas. Correspons­al

Por fin una noticia en positivo sobre el Brexit. Hay acuerdo respecto al periodo de transición. O casi, porque no todo está cerrado, pero el avance es significat­ivo y cambia radicalmen­te el clima dominante en las negociacio­nes entre Londres y Bruselas. Quedan obstáculos en el camino, pero ayer se consiguió colocar en un texto legal las normas que regirán el periodo que va desde el 30 de marzo del 2019, cuando el Reino Unido abandonará de iure la Unión Europea, hasta el 31 de diciembre del 2020, cuando la abandonará de facto. El acuerdo de transición es indispensa­ble para garantizar una salida ordenada de Londres y dar tiempo a preparar la relación futura. Lo reclamaba el sector financiero, que cada día presiona más para obtener un escenario de tranquilid­ad en el que pueda planificar sus inversione­s, y lo exigía una simple mirada al calendario, que alertaba del poco tiempo y los muchos escollos por sortear.

El acuerdo fue posible por las cesiones del Reino Unido. Londres acepta pagar la factura del divorcio, respetar los derechos de los ciudadanos comunitari­os durante el periodo de transición y una fecha límite para este. Ha ido borrando sus líneas rojas una tras otra. Se puede constatar en el borrador del acuerdo publicado y coloreado al estilo de un semáforo imperfecto con tres tonos: verde para los puntos con acuerdo, amarillo para los que sólo necesitan aclaración y blanco para las discrepanc­ias. En color verde –por tanto, de aceptación– se otorgan plenos derechos a los ciudadanos europeos que entren en el Reino Unido durante el periodo de transición. Por tanto, garantías plenas a los 4,5 millones de ciudadanos europeos residentes en el Reino Unido, a los 1,2 millones de británicos instalados en el resto de la UE, y también para los que se trasladen desde ahora hasta el fin de la transición. Cesión por tanto de Londres, que quería marcar un límite en marzo del 2019. En el mismo color de beneplácit­o aparece la fecha final del periodo de transición, finales del 2020, sin cláusula de prórroga potencial como pedía Londres. Y también de verde está pintada la sujeción del Reino Unido durante los 21 meses de transición a las leyes europeas, a pesar de que durante este periodo no tendrá ni voz ni voto en su elaboració­n.

Un gran paso para el acuerdo, pero no todo está cerrado. Lo reconocier­on tanto el negociador europeo, Michel Barnier –“Hemos logrado una parte esencial para una retirada ordenada… pero nada está acordado hasta que todo está acordado”–, como el británico, David Davis –“Un buen acuerdo está más cerca que nunca”–. La prudencia la determinan dos obstáculos pendientes, dos dificultad­es considerab­les: la jurisdicci­ón del Tribunal de Justicia Europeo en el Reino Unido después del Brexit, e Irlanda del Norte. Para evitar que este último tema siguiera bloqueando la negociació­n, se establece que bajo ningún concepto habrá una frontera dura entre la República de Irlanda e Irlanda del

EN SUSPENSO Aún queda pendiente la solución para la frontera con Irlanda del Norte AQUIESCENC­IA Londres pagará la factura y reconocerá los derechos de los europeos residentes

Norte. Es decir, que si no se encuentra una alternativ­a imaginativ­a, Irlanda del Norte se mantendrá dentro del mercado interior europeo y en cambio puede quedar separada del resto del Reino Unido. Justo lo que Theresa May afirmó que ningún primer ministro británico podría nunca aceptar.

El acuerdo de transición también engloba Gibraltar, lo que significa que el Peñón puede beneficiar­se de las condicione­s establecid­as para los 21 meses de transición, si hay acuerdo entre Londres y Madrid. Lo destacó el negociador británico, David Davis, al afirmar que se mantiene unida “toda la familia del Reino Unido, porque el ámbito territoria­l del acuerdo de Retirada deja claro que incluye Gibraltar”. Su colega europeo, Barnier, añadió que “el resultado (de la negociació­n entre España y el Reino Unido) es fundamenta­l para la aplicación en Gibraltar del acuerdo”. “Lo nuestro son los asteriscos”, bromeó un diplomátic­o español, en referencia a la nota a pie de página que recuerda que no se aplicará ninguna medida referida a Gibraltar sin acuerdo previo entre España y el Reino Unido.

El calendario se le ha echado encima a un Gobierno británico que ve cómo se acerca irremisibl­emente el momento de la verdad. Se van dentro de tan sólo un año y 10 días, y tienen una gran cantidad de temas por resolver para la enorme transforma­ción que va a suponer salir de una UE a la que pertenecen desde hace más de 40 años. Añádase la presión del sector financiero, que exige un horizonte estable para planificar sus inversione­s, y un equilibrio político interno delicado, con Theresa May en situación de debilidad, y pueden explicarse las renuncias que ayer se constataro­n. A cambio de ceder, gana tiempo para preparar la salida, mejora el ambiente para negociar el próximo paso, que es la relación futura con la Unión Europea, y se asegura una muy tranquila cumbre europea este jueves y viernes. Unos beneficios por los que paga un precio considerab­le.

En esta cumbre es cuando los jefes de Estado y de Gobierno de los 27 países que se quedan tienen que dar a Michel Barnier las líneas directrice­s para empezar a negociar la relación futura, qué tipo de nexos mantendrá la UE con el Reino Unido convertido en país tercero. Un replanteam­iento global, desde el comercio y los servicios financiero­s hasta la seguridad y los transporte­s. Un terreno también minado por las condicione­s que ha fijado el Reino Unido. Por ejemplo, su intención de “picotear” en el mercado único, elegir sólo lo que le guste. Una posibilida­d rotundamen­te rechazada por Bruselas.

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VIRGINIA MAYO / AP David Davis y Michel Barnier se estrechan la mano ayer en Bruselas

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