Un caso con carga racial
El caso de las bombas de Austin, la ciudad liberal en un estado muy conservador como Texas –Austin es energía solar y eólica, y el resto es propetróleo–, ha originado una polémica. Al margen de que el presidente Trump todavía no ha dicho nada, lo que algunos vincularon al factor de que los difuntos son negros, el debate se centra precisamente en eso, en la influencia del racismo en el asunto. La primera explosión se produjo el 2 de marzo. A nadie le pareció preocupar, no se le dio importancia pese a que dejó el cadáver de un hombre adulto, un afroamericano, que fue quien abrió el paquete que había recibido. Muchos se plantean cómo habría sido la investigación en el supuesto de que el fallecido fuera blanco y el envío bomba hubiese llegado a un barrio rico.