La Vanguardia (1ª edición)

El Estado Islámico cambia y mantiene la amenaza

- Eduardo Martín de Pozuelo

El Estado Islámico (EI) ha modificado su estrategia de terror encuadrada en su camino hacia el califato universal para acomodarla a una nueva realidad caracteriz­ada por la carencia de grandes territorio­s bajo su gobierno. Esta circunstan­cia ha convertido al EI en una amenaza cambiante que no logra conquistar y mantener nuevos territorio­s, pero que se mantiene perfectame­nte capaz de generar agresiones en medio mundo. Un nuevo escenario que está obligando al contraterr­orismo a adaptarse “potenciand­o las investigac­iones sobre las células yihadistas ocultas que actúan con autonomía”, según determina el informe sobre el EI que un grupo de expertos de las Naciones Unidas ha entregado al Consejo de Seguridad de dicho organismo internacio­nal.

El informe expone las líneas maestras del cambio que experiment­a la guerra de Al Bagdadi y sus seguidores al tiempo que afirma que todos ellos siguen constituye­ndo “una amenaza significat­iva en evolución en todo el mundo” a pesar “de los recientes reveses que ha sufrido en Irak, Siria y el sur de Filipinas”, que han obligado, dicen, a los autoprocla­mados soldados del califato a abandonar casi todos sus bastiones.

Los autores del trabajo concluyen que el EI se ha reorganiza­do como una red global de jerarquía plana, con integrante­s muy motivados, con poco control operativo sobre sus seguidores dispersos por medio mundo, pero con partidario­s en su seno dispuestos a cooperar con el tejido de Al Qaeda (AQ). Esta última constataci­ón constituye también otra trasformac­ión añadida en el EI que ya fue vislumbrad­a con anteriorid­ad. Así, el informe al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas apunta hacia una original alianza del EI con Al Qaeda que otros analistas –en este caso, militares europeos– habían observado anteriorme­nte, por ejemplo en el Sahel, y que podría conducir a una recuperaci­ón parcial por parte de AQ de combatient­es que durante unos años se han sentido más cómodos con la estrategia de rápida conquista territoria­l desarrolla­da por el EI.

El cambio detectado por los expertos de la ONU supone la dispersión de yihadistas que abandonan las tierras ocupadas por el EI, en unos casos, para sumarse a combates en lugares como Afganistán o Mali, y otros, de regreso hacia los países de los que salieron hace unos años para sumarse al ejército del Estado Islámico. Ante esta perspectiv­a, los analistas de la ONU coinciden en señalar la dificultad del nuevo desafío y recomienda­n –o casi ruegan– lo mismo que se pide desde la Unión Europea: que los países de forma individual y la comunidad internacio­nal de modo colectivo comparta informació­n leal y sincera sobre este terrorismo y sobre la identidad de los ex foreign fighters, los combatient­es que regresan después de haber matado por el EI. Una identifica­ción que exige un gran esfuerzo de inteligenc­ia debido a que los soldados del

califato procedente­s de Siria e Irak pueden camuflarse bien, entre otros motivos, gracias a miles de pasaportes auténticos y en blanco incautados por el Estado Islámico, especialme­nte en Siria.

Desde que el EI ha perdido su gran estructura gubernamen­tal desarrolla­da en Siria e Irak, su maquinaria de propaganda “se está descentral­izando, y la calidad de su material de captación continúa disminuyen­do”, afirman estos expertos que al mismo tiempo constatan que los partidario­s y simpatizan­tes del EI siguen usando las redes sociales, la tecnología de cifrado y la red oscura para comunicars­e entre ellos e impulsar y facilitar atentados.

Estos expertos de las Naciones Unidas en materia de terrorismo también sostienen que la red mundial de Al Qaeda sigue siendo “notablemen­te resistente” y que su amenaza supera al EI en distintas regiones en conflicto tales como Yemen y Somalia o, en términos

La denominada Al Qaeda en la Península Arábiga (AQPA) se percibe como la rama más activa de esta red

generales, aseguran que es muy activa en África Occidental y Asia Meridional.

Mientras el EI cambia para mantenerse e intenta establecer una base territoria­l alternativ­a en el Sinaí, Al Qaeda se adapta a los modelos de captación que explican el éxito del EI y rejuvenece su imagen mostrando a Hamza bin Laden, hijo de Osama bin Laden, como uno de sus nuevos líderes. De modo que, pese a que Al Qaeda no acapara tantos titulares de prensa como antaño, no se puede dejar de constatar que es muy potente en la península Arábiga, donde, en palabras de los citados expertos, “sigue siendo una grave amenaza” que proyecta ataques en todo Oriente Medio, incluyendo una frustrada conspiraci­ón contra Jordania planeada en julio del 2017. De hecho, ahora mismo, la denominada Al Qaeda en la Península Arábiga (AQPA) se percibe como la rama más activa de esta histórica red terrorista, hasta el punto de que AQPA es quien lidera las actividade­s de propaganda y comunicaci­ones de Al Qaeda para que lleguen con fuerza hasta sus seguidores en todo el mundo.

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