La Vanguardia (1ª edición)

El rugby se futboliza

- Santi Nolla

Las radios reflejaron euforia en la previa. Poco antes de emitir el decisivo partido entre Bélgica y España, clasificat­orio para el Mundial de Japón, se notó un trasfondo de trámite. “Los belgas no se juegan nada, son los últimos; en las gradas hay mil aficionado­s españoles animando ,y en el palco a los dirigentes se les ve tranquilos”, dijeron los comentaris­tas antes de empezar el partido. Y añadieron un apunte: “El árbitro, eso sí, es rumano, y nos jugamos la clasificac­ión precisamen­te con Rumanía. Si perdemos, irían ellos”. Y en la primera conexión ya se intuyó lo peor: “Golpe de castigo contra España: 3-0”. Después otro y otro y otro. Al descanso 12-0. Mucho castigo. Demasiado golpe.

Al final, 18-10 en el marcador, y los jugadores españoles persiguien­do al árbitro, que debió abandonar el campo con protección. Los 18 puntos de los belgas se debieron a seis golpes de castigo. La Federación Española ya había pedido con antelación el cambio de colegiado, pero la Internacio­nal, presidida por otro rumano, dijo que no. El domingo, la federación anunció que presentarí­a una reclamació­n por el arbitraje en el Petit Heysel de Bruselas.

El capitán de la selección, Jaime Nava, pidió perdón al concluir el encuentro por la persecució­n de los jugadores al árbitro, pero consideró que había sido un arbitraje “tendencios­o y poco neutral”. “Hay que entender que se nos ha quitado parte de ese sueño”, dijo refiriéndo­se a la posibilida­d de acudir directamen­te al Mundial después de 20 años de ausencia a una gran cita internacio­nal. El rugby español ha mejorado ostensible­mente en los últimos años, y se esperaba que el crecimient­o se

El capitán de la selección española pidió disculpas tras perseguir al árbitro en un juego que mantiene valores

coronara con la presencia en el Mundial. Ahora España deberá jugar la repesca para clasificar­se.

El problema es que esa persecució­n de los jugadores y esa obsesión con el árbitro (que estuvo fatal) no se correspond­e con los valores, por otra parte auténticos, que emanan del rugby. Los puristas entienden que se está futbolizan­do. Y no les gusta. “En rugby da igual de dónde sea el árbitro”, dicen los que respetan el tercer tiempo (los jugadores de los dos equipos se juntan al final para compartir una cerveza) como un valor diferencia­l de un deporte que consideran “de caballeros”. No quieren que se acerque al fútbol, un juego “de villanos”, dicen.

Es indudable que el rugby tiene valores, pero es bueno que se mantengan cuando se pone el foco, presión y ojo mediático. Ahí es cuando realmente vale la pena defenderlo­s. La euforia desmedida es mala compañera, y en rugby, fútbol o cualquier deporte ya nadie gana sin bajar del autocar.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain