La Vanguardia (1ª edición)

‘Foto-finish’, la modernidad ciclista

Las filmacione­s de llegada deciden los vencedores desde hace más de 50 años

- X. G. LUQUE Calella

Departagés par la photograph­ie!”, se exclamaba a toda portada L’Équipe el 20 de marzo de 1963, hoy hace 55 años. El día antes se había proclamado vencedor de la clásica Milán-Sanremo el francés Joseph Groussard, pero el ojo humano no lo había podido averiguar con certeza absoluta. El desempate con el alemán Rolf Wolfshohl lo certificó una imagen. Fue el estreno en una gran competició­n de la foto de llegada, la famosa foto-finish. “Hoy día contamos con medios de precisión digital que nos indican el vencedor, en un sprint ajustado, en tiempo real”, explica Ernesto Doménech, de la empresa Edosof, encargada de las imágenes de meta de la Volta y otras competicio­nes.

Medios sofisticad­os que controlan a los ciclistas por una doble vía: el trasponder, un emisor que cada corredor lleva en la bicicleta, y la cámara de llegada, que filma el paso de los ciclistas. “Situamos una cámara justo en un extremo de la línea final que nos ofrece una apertura de tres milímetros y hace dos mil fotografía­s por segundo”, comenta Doménech. Los ciclistas llevan dos dorsales porque la cámara hay días que se sitúa en el lado derecho, y otros, en el izquierdo. Con todas las imágenes se forma una película fiel del paso de los corredores. El año pasado, en Calella, hizo falta este sistema para determinar que Cimolai había batido a Bouhanni. Esta temporada ha habido foto de llegada decisiva en el Tour de Abu Dabi y en la París-Niza, por ahora. Pero eso no es todo, todavía queda el veredicto del trasponder. Unos finos cables atraviesan el suelo de la línea de meta y detectan el paso de los corredores. Cada bicicleta lleva un aparato de identifica­ción única. El trasponder sólo puede fallar si algún ciclista ha cambiado la bici con un compañero.

Antiguamen­te era habitual que en los grandes sprints los árbitros confirmara­n los primeros y declararan empatados, ex aequo, al resto. Un árbitro se situaba justo en la línea de meta e iba cantando los dorsales, mientras otro los apuntaba con lápiz y papel. Un gran avance tecnológic­o fue sustituir el apuntador por una grabadora. Pero aun así no era nada fácil controlar un grupo numeroso. A partir de

TECNOLOGÍA PUNTA Las cámaras cuestan 20.000 euros y, con una apertura de tres milímetros, toman dos mil imágenes por segundo

1955 el Tour de Francia incorporó la foto final, que entonces era una filmación analógica del paso por la meta. El negativo de la película era la clave. Es así que, en 1963, se decide por primera vez una carrera de gran nivel, la Sanremo. El sistema se adaptó a otros deportes, incluso a las carreras de galgos. “Desde 1998 el sistema es digital. Una cámara de las que tenemos ahora puede costar unos veinte mil euros”, explica Doménech. Y permite ordenar a todos los participan­tes, del primero al último. Si se quiere, con el trasponder la televisión puede mostrar los nombres de los ciclistas en el mismo instante en que atraviesan la meta, una virguería que se usa poco... porque los realizador­es de televisión no son muy adeptos a ella. Lástima. Pero en todo caso, lo cierto es que, en tiempos del VAR, el ciclismo puede sacar pecho: hace más de medio siglo que usa las imágenes.

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