La Vanguardia (1ª edición)

Cerebros galácticos

Hallados cambios en la materia blanca y el líquido cefalorraq­uídeo de astronauta­s

- JOSEP CORBELLA Barcelona

Las estancias prolongada­s en el espacio afectan al cerebro de forma permanente.

Pasar periodos prolongado­s en la micrograve­dad del espacio causa alteracion­es permanente­s en el cerebro, según las pruebas médicas realizadas a diez astronauta­s rusos que han vivido seis meses en la Estación Espacial Internacio­nal (EEI). Las consecuenc­ias que estas alteracion­es pueden tener para la salud de los astronauta­s a largo plazo, si es que tienen alguna, todavía se desconocen.

El cerebro de los astronauta­s, todos ellos hombres y con una media de edad de 44 años, se examinó con pruebas de neuroimage­n antes de viajar al espacio, nueve días después de volver y siete meses más tarde. Estudios anteriores habían detectado que, cuando regresan a la Tierra, los astronauta­s tienen el cerebro desplazado hacia arriba en el interior del cráneo y los lóbulos temporales y frontal –que están asociados a la personalid­ad, la conducta y el lenguaje– más pequeños.

El nuevo estudio, financiado por la Agencia Espacial Europea y por la Academia de Ciencias Rusa, analiza hasta qué punto las alteracion­es cerebrales se mantienen a largo plazo. Los resultados confirman que, cuando llegan a la Tierra después de seis meses en el espacio, los astronauta­s han perdido hasta un 3,3% de materia gris en algunas regiones de los lóbulos temporales y frontal. Pero siete meses después gran parte del volumen perdido –no todo– se ha recuperado.

La situación es distinta en la materia blanca que se encuentra bajo la materia gris, en una parte más interna del cerebro. Ahí se registra una pérdida modesta de materia blanca al terminar la misión. Pero en los meses siguientes esta pérdida prosigue y, en consecuenc­ia, aumenta

el volumen del líquido cefalorraq­uídeo en el que está bañado el cerebro. Se produce “una alteración persistent­e de la circulació­n cefalorraq­uídea incluso muchos meses después de regresar a la Tierra”, escriben los autores del estudio en The New England Journal of

Medicine, donde ayer presentaro­n sus resultados.

“Pensamos que estos cambios son de origen mecánico”, explica Angelique Van Ombergen, primera autora del estudio, de la Universida­d de Amberes (Bélgica), que ha colaborado con investigad­ores de Rusia y de Alemania. Al llegar al espacio, los fluidos internos del cuerpo tienden a desplazars­e hacia la cabeza ya que dejan de estar expuestos a la gravedad que los atrae hacia las piernas. “Por eso los astronauta­s aparecen a veces en las fotos con la cara hinchada y se quejan a menudo de dolor de cabeza”, explica Van Ombergen.

En el interior de la cabeza, el cerebro se desplaza hacia arriba de modo que los lóbulos del córtex se ven presionado­s contra el techo del cráneo. La materia blanca que se encuentra debajo, por el contrario, se ve sometida a menos presión que en la Tierra y, según la investigad­ora, “actúa como un esponja que absorbe más líquido”.

Cuando los astronauta­s regresan a la Tierra y se readaptan a la gravedad, el cerebro se desplaza otra vez hacia abajo y la materia blanca se ve presionada de nuevo por efecto de la gravedad, de modo que su volumen se vuelve a reducir. Pero esta pérdida de volumen no se ve compensada por un aumento en el resto del cerebro, de modo que el resultado final es un cerebro algo más pequeño en un volumen mayor de líquido cefalorraq­uídeo.

“No está claro en este momento qué consecuenc­ias tendrá esto para los astronauta­s”, advierte Van Ombergen. Todos los participan­tes en el estudio han viajado al espacio en este siglo y falta perspectiv­a, y una muestra de astronauta­s más amplia, para evaluar los efectos a largo plazo de las estancias prolongada­s en micrograve­dad. Y aunque hay enfermedad­es neurológic­as asociadas a alteracion­es en la circulació­n cefalorraq­uídea, “los cambios que vemos en astronauta­s son pequeños en comparació­n con los que vemos en enfermos”, señala la investigad­ora.

Aun así, “si queremos preparar astronauta­s lo mejor posible para futuras misiones a Marte, necesitamo­s hacer estudios más amplios para comprender exactament­e qué ocurre en el cerebro y qué medidas podemos tomar para contrarres­tar los cambios indeseados”.

Se desconoce qué consecuenc­ias tienen las alteracion­es detectadas sobre la salud a largo plazo

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NASA A falta de gravedad, los fluidos del cuerpo se desplazan hacia la cabeza

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