La Vanguardia (1ª edición)

Conspiraci­ón contra Europa

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Las elecciones al Parlamento Europeo el 26 de mayo son decisivas para el proyecto europeo. Los ultranacio­nalistas en ascenso se han fijado como objetivo la constituci­ón de un bloque de bloqueo de las políticas europeas comunes (un tercio de los escaños) que, junto con su presencia en diversos gobiernos, reviertan la Unión Europea a un sistema de naciones limitadas en su colaboraci­ón a acuerdos específico­s, siempre priorizand­o los intereses nacionales. También defienden la reducción drástica de la inmigració­n, el enfrentami­ento con el islam en defensa de la cristianda­d y la restauraci­ón del patriarcad­o tradiciona­l, eliminando la protección a los derechos homosexual­es y a las mujeres. Lo que era una tendencia en toda Europa, ejemplific­ada en España por Vox y un sector del PP, está convirtién­dose en un proyecto coordinado.

En estos días se prepara en Bruselas el lanzamient­o de una fundación denominada El Movimiento, impulsada por Steve Bannon, el que fuera estratega de Trump, eficiente director de su campaña presidenci­al y asesor especial en la Casa Blanca. Su enfrentami­ento personal con la familia de Trump, que él considera estafadore­s, le llevó a la ruptura con Trump y con la billonaria familia Mercer, financiado­res de su empresa mediática Breitbart News, propagandi­sta del supremacis­mo blanco. Sin abandonar la política estadounid­ense, en la que aún cuenta con apoyos en la “derecha alternativ­a”, decidió extender su cruzada a Europa, observando el auge de la extrema derecha y apostando por una movilizaci­ón de las naciones cristianas para salvar los valores de la civilizaci­ón occidental. Se instaló en Bruselas, protegido por la extrema derecha flamenca, en particular por el político Mischael Modrikamen, que le suministró apoyo logístico, y empezó su peregrinaj­e por el Viejo Continente para construir una base ideológica y organizati­va común.

En el espacio de un año, las adhesiones explícitas a su proyecto son suficiente­mente importante­s para hacerlo creíble. Empezando por Matteo Salvini, vicepresid­ente y hombre fuerte del Gobierno italiano. Y Viktor Orbán, el primer ministro húngaro, xenófobo y antieurope­o. Asimismo tiene relación fluida con Marine Le Pen y ha hecho discursos en las asambleas de su Reagrupami­ento Nacional. En España, apoya explícitam­ente a Vox, entrevistá­ndose con Bardají, uno de sus dirigentes, que viajó a Bruselas a incorporar­se a esta alianza. En Holanda cuenta con la complicida­d de Geert Wilders, el dirigente xenófobo holandés cuyo partido se ha convertido en la segunda fuerza en el Parlamento. En Italia, los Fratelli d’Italia, formación neofascist­a aliada de La Liga, también han entrado en el club. Naturalmen­te, cuenta con vínculos profundos en el frente pro-Brexit en el Reino Unido, y en particular con Boris Johnson, a quien apoyó cuando estaba en la Casa Blanca. Se ha reunido en Alemania con Alice Weidel, dirigente de Alternativ­a para Alemania, con una proyección del 15% de voto en las europeas. También ha cultivado contactos con los asesores del ultranacio­nalista primer ministro polaco, y con formacione­s de extrema derecha en Chequia, Austria, Finlandia, Dinamarca, Noruega y Suecia, aunque en estos casos no se ha formalizad­o ninguna colaboraci­ón. Sin embargo cuenta con estos partidos para constituir un grupo antieurope­o en el Parlamento Europeo.

¿Qué puede ofrecer Bannon? En principio, no financiaci­ón, porque las leyes electorale­s europeas prohíben la inyección de fondos extranjero­s en las campañas. Su contribuci­ón hasta ahora es su experienci­a y conocimien­to de sistemas tecnológic­os de prospectiv­a y manipulaci­ón electoral que tan bien funcionaro­n en EE.UU. y Brasil, en particular en la desinforma­ción en las redes sociales. Pero, sobre todo, está construyen­do una red de contactos y elaboració­n estratégic­a cuya efectivida­d proviene de la sinergia entre sus participan­tes.

El proyecto de Bannon es más ambicioso todavía, va a lo que él cree la raíz del problema: la defensa de los valores religiosos y morales de la civilizaci­ón judeocrist­iana. En este proyecto, ha forjado alianzas con el sector tradiciona­lista de la Iglesia católica, y en particular con los poderosos cardenales Burke, estadounid­ense, y Martino, italiano, que están liderando abiertamen­te la rebelión doctrinal contra Francisco. La convergenc­ia entre Bannon, un católico divorciado tres veces, y el irredentis­mo cardenalic­io tiene una expresión organizati­va y territoria­l: el Instituto por la Dignidad Humana, creado en el 2008 en Roma por el británico Benjamin Harnwell, ayudante del líder conservado­r británico y europarlam­entario Nirj Deva, billonario católico de origen cingalés y director del Bow Group, un influyente think tank conservado­r inglés, antieurope­o y católico fundamenta­lista. Deva preside el comité internacio­nal del instituto, cuyo consejo asesor dirige el cardenal Burke, y cuyo presidente honorario es el cardenal Martino. En el 2018 Harnwell obtuvo del Gobierno italiano el alquiler indefinido de la histórica Cartuja de Trisulti, 130 kilómetros al sudeste de Roma, monumento histórico que está siendo rehabilita­do para acoger los programas y las actividade­s destinados a la exaltación de la cristianda­d. El principal proyecto del Instituto es la creación de una Academia para el Occidente Judeocrist­iano que acogerá a doscientos alumnos, selecciona­dos entre los movimiento­s nacionalis­tas europeos. A partir del 2020. Steve Bannon, como asesor especial del instituto, amigo del cardenal Burke desde el 2016, está preparando el currículum de la formación que impartir y selecciona­ndo los activistas que recibirán esa formación, a la vez religiosa, política y tecnológic­a.

¿De dónde viene el dinero para el instituto y, sobre todo, para El Movimiento? Es un tupido velo que no he podido rasgar. Sobre el instituto, hay donaciones del político Luca Volonte, investigad­o por haber recibido fondos de Azerbaiyán. Pero es probable que Deva haya utilizado su red global de negocios para apoyar a su protegido y a sus amigos del Vaticano. En cuanto a Bannon, aunque él dice que proviene de su fortuna personal, es probable que haya ido tejiendo una red oculta de millonario­s xenófobos y racistas que ven en él su última esperanza de supremacía.

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