Decepción política

EL LECTOR EXPOSA

En estos momentos siento vergüenza ajena a medida que voy leyendo y escuchando las noticias que van apareciendo en relación con la honestidad de nuestros políticos. Estoy seguro de que dentro de los partidos hay mucha gente honesta, que trabaja para sus electores y para su ámbito de gobierno, sin esperar nada a cambio o simplemente el reconocimiento de la labor realizada.

Ahora bien, lo que está ocurriendo últimamente con las personas representativas de los partidos dominantes en este país no tiene nombre, y puedo asegurar que si no se pone remedio drástico y urgente al tema, la desafección hacia todo lo político irá creciendo a marchas aceleradas, y la participación en las elecciones disminuirá progresivamente y de forma paralela al desencanto.

Los Bankia, Gürtel, ERE, Palau, y todas las más variadas operaciones de nombres sugerentes han hecho que partidos de nuevo cuño se hagan con una parte importante del abanico electoral que antes dominaban otras formaciones. Lo que está claro es que quien no tiene poder no puede hacer mal uso de él, pero lo que también está claro es que quien no lo ha tenido hasta ahora corre el riesgo de caer en el mismo pozo en el que se han ahogado sus antecesores en los cargos.

Las múltiples combinaciones, pactos y acuerdos para conseguir una cuota de poder me hace sospechar que, por encima del servicio al ciudadano, hay otros intereses personales y, si no, ¿por qué colocamos a los amigos, familiares y enchufados en responsabilidades en las que no tienen ninguna experiencia previa? No creo que ese sea el camino para limpiar la suciedad que tiene encima una parte importante de nuestra clase política.