La generación de los sabios

Hace cinco años escribí una carta a La Vanguardia dedicada a los jóvenes de la Guerra Civil; una de esas jóvenes era mi abuela. Escribí esa carta como homenaje a esa generación de personas que vieron truncadas sus trayectorias vitales por una guerra que ninguno escogió y que absolutamente a todos les marcó el alma. Ese escrito me permitió conocer a otros jóvenes de la guerra, y tuve el privilegio de poder escuchar sus historias.

Fue entonces cuando me percaté –todavía más– de que nuestra sociedad tiene un patrimonio humano y moral sin parangón, es sin duda la generación de los sabios. No podemos olvidarla, es importante que tengamos el juicio de saber que aún siguen siendo jóvenes. Porque ellos fueron los artífices de la democracia y de que nuestra sociedad sea hoy plural, ellos formaron hombres y mujeres de provecho y de bien, en un periodo de posguerra demoledor en la vida de muchísi- mas familias españolas.Pero esta generación de sabios pasó el testigo de mayor valía que una generación puede darle a otra: el respeto absoluto y verdadero al prójimo.

Ellos saben que son los educadores y creadores de lo que hoy somos, y eso, sin duda, les da la juventud eterna en sus corazones, siempre serán jóvenes. Los que caminamos detrás de ellos tenemos el cometido y la responsabilidad de no olvidar, para así formar a nuestros hijos: no existe otro camino para mí.

Mi abuela murió hace 15 días, perdí un eslabón de mi cadena. Mi abuela era una mujer de bandera, era una mujer de vanguardia, lo fue hasta el último día de su vida, por eso era joven. Se llamaba Pilar Ferrer Sala, con ella se cierra un auténtico cuento de amor.

CARLOTA BONET RUEDAS

Barcelona