La Vanguardia (Català-1ª edició)

Inteligenc­ia emocional

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Estando ayer en clase de literatura castellana con mis alumnos de segundo de bachillera­to censuré el mal comportami­ento de un personaje de El caballero de Olmedo que asesina a su rival a traición, empujado por la envidia y los celos. Mi sorpresa fue grande cuando algún alumno comen- tó que sentir celos y envidia de los bienes ajenos no era nada malo porque todos los teníamos en mayor o menor grado. Intenté explicarle­s que las pasiones pueden y deben ser sometidas por la razón, y que uno puede controlar sus emociones, pero no acabaron de estar de acuerdo conmigo. Para ellos, si algo es mayoritari­o, es normal, y si es espontáneo, no de- be ser reprimido ni controlado.

Este episodio me ha llevado a reflexiona­r sobre la necesidad de una educación sentimenta­l, a promover una sabiduría del corazón: enseñar a jóvenes y menos jóvenes a gestionar sus afectos y emociones. La llamada inteligenc­ia emocional es un terreno todavía a explorar en los programas educativos, pero debe- mos ser capaces de explicar que quien ama bien y controla sus pasiones tiene una vida más feliz y libre.

Como afirma Shakespear­e en Hamlet: “Dadme un hombre que no sea esclavo de sus pasiones y lo haré dueño absoluto de mi corazón”.

PAZ ITURBE HERNÁNDEZ

Girona

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