Tabletas y teatro

Asisto el domingo al Teatre Lliure a ver La llista, un monólogo de Jennifer Tremblay magistralmente interpretado por Laia Marull. Nada más entrar, veo que en la sala hay un niño de no más de 9 años sentado junto a sus padres y otra señora que debía de ser su abuela mirando una tableta. La obra es tremenda y, sin lugar a dudas no apta para un niño tan pequeño. Pero a sus padres no ha parecido importarles. “Le enchufamos la tableta y así podemos verla tranquilamente, ya que es una obra corta de poco más de una hora de duración”, deben de haber pensado.

Comentamos el tema con mi acompañante pero pensamos (esperamos) que no se atreverán a encender el dispositivo durante la representación. Craso error. El niño se pasa toda la obra con la tableta encendida en el patio de butacas de la sala pequeña del Lliure. La propia actriz consigue insertar una morcilla en el texto y pide que apaguen la dichosa pantalla. Pero los padres hacen caso omiso a la indirecta y permiten que su hijo siga mirando la pantalla. Al acabar la obra, uno de los técnicos se acerca a esta familia para llamarles la atención tanto por haber traído al niño como por dejarle estar con una tableta durante la obra. Ellos hacen caso omiso y se largan del teatro sin ni pedir disculpas.

Es vergonzoso. Me temo que a partir de ahora en los teatros y antes de empezar la función tendrán que añadir lo de “apaguen también sus tabletas”.

CLARA DE COMINGES

Barcelona