La Vanguardia (Català-1ª edició)
Esquizofrenia
Todos los domingos, cuando mi madre va a desayunar con mi hermano, él, detenidamente, con tristeza, le va diciendo dónde no le sirven café: “Aquí no me sirven”; “allí tampoco…”. Mi madre lo escucha con ternura y le recuerda que en otros sitios sí le sirven y que, incluso, en algún lugar lo tratan muy bien.
Mi hermano tiene 52 años. Desde los 18 tiene esquizofrenia. Lleva 30 años viviendo en una casa hogar. Cuando llegaron al barrio los vecinos protestaron. Algunos tiraron botes de pintura roja a la fachada de la casa. Mi hermano no entendió por qué.
Nos entristece ver cómo algunas personas lo miran con miedo; él habla solo, gesticula vehemente, a veces, grita a las voces de su cabeza… Pero eso es todo. Pero los locos dan miedo, y eso nos entristece. Nos entristece que haya
espectáculos como el que en este momento se representa en Madrid: Manicomio, circo de los horrores. Nos entristece que un reportero del telediario hiciera su crónica con una camisa de fuerza y contando en tono jocoso lo divertido que era pasar miedo con los locos.
Nos entristecen todas las enfermedades: el cáncer, las coronarias, las raras, pero aún nos entristece más que la nuestra, la esquizofrenia, siga tomándose a risa, a miedo.
SILVIA PÉREZ VELÁZQUEZ
Majadahonda