La Vanguardia (Català-1ª edició)
Espacio en el avión
Hoy me he despertado de madrugada para volar al sur de España. Al salir de casa me he puesto una máscara nueva. El taxista lleva su máscara y hay una mampara que nos separa. En el aeropuerto, existen marcas en el suelo para que respetemos la distancia de seguridad: en las colas del control de entrada, de seguridad, de embarque... multitud de letreros nos recuerdan las normas por la covid.
Una vez sentado en mi asiento, supuestamente de mayor espacio, el Space One (mido 1,90 m), y que es más estrecho que cualquier silla en la que me haya sentado nunca, un pasajero se sienta en el contiguo, y en su otro lado, otro. Aquí estamos tres tipos, de tamaño considerable, sentados codo con codo en un espacio de un metro y medio, y durante más de dos horas. Si uno de nosotros es contagioso, nos lo llevamos todos, y eso que hemos respetado las normas.
No lo puedo entender, la manera más fácil y fiable de tener y cumplir una norma anticovid es la asignación de los asientos de un avión. Mis compañeros comprueban y confirman que tienen su asiento asignado correctamente. No dudo que, aunque la compañía no sea culpable si cumple las normas, sí sería moralmente responsable de los que se lleven consigo un virus a sus mucosas.
Sigo mi ruta por este territorio supuestamente con forma de piel de toro, aunque creo que este país tiene más bien forma de pandereta.
Rafael González-Adrio Wagner Médico y suscriptor