La Vanguardia (Català-1ª edició)
Hacia una nutrición sostenible
El despilfarro alimentario es solo uno de los responsables de la huella medioambiental asociada a nuestra alimentación. Una huella que se ha incrementado durante los últimos años debido al aumento de la población mundial que, según la FAO, está previsto que alcance los 9.100 millones de personas en 2050, lo que supondría un aumento de la producción alimentaria del 70% en el mundo, y de un 100% en los países en desarrollo.
Para hacer frente a esta situación, asegurar ¿tenemos en cuenta también su huella medioambiental? por apostar por una alimentación basada principalmente en alimentos de origen vegetal, optar por alimentos locales y de temporada, reducir el desperdicio de alimentos, consumir pescado de reservas sostenibles y disminuir el consumo de carne roja y procesada, alimentos altamente procesados o bebidas azucaradas. Se trata, al fin y al cabo, de fomentar una alimentación saludable, entendida como aquella que, desde su producción hasta su consumo, reduce el impacto negativo generado por su producción a la vez que permite colaborar con el entorno de una u otra manera. En este sentido, “La Guía de Alimentación” de la Generalitat de Catalunya recoge que una alimentación sostenible es aquella que se considera "suficiente, completa, equilibrada, satisfactoria, segura, adaptada al comensal y al entorno, sostenible y asequible". Una de las principales medidas para llevarla a cabo es optar por frutas y hortalizas de proximidad y de productores locales. De este modo, se ayuda a la economía de la zona en la que se produce, se incentiva el desarrollo rural y se disminuye la reducción de la contaminación derivada de su transporte. Prestar atención a la dieta, las proporciones entre alimentos animales y vegetales, y el agua y bebidas embotelladas que se consumen son otros gestos al alcance de todos que influyen en la salud del planeta.