La Vanguardia (Català-1ª edició)
Descontrol, seguridad y salud
Decepcionante la proliferación de botellones y similares desde que finalizó el estado de alarma, sin que políticos ni jueces consigan atajarlos. Es absurdo pedir corresponsabilidad a las personas que manifiestan venir a Barcelona en busca de alcohol, fiesta y sexo. Además, atender sanitariamente las intoxicaciones etílicas que se producen interfiere gravemente la labor de los sanitarios. Recuerdo haber leído que los interesados, o sus progenitores, deberían abonar los importes del tratamiento, pero ya no se habla de ello.
Considero una estupidez mayúscula afirmar que las restricciones han cansado a la población y que por ello se imponen las ganas (infantil expresión) de fiesta y de libertad.
Los expertos opinan que de seguir así, las cosas pueden ir a peor, y más cuando por las vacaciones se han frenado las vacunaciones. Es hora de que alguien atine a pensar como solucionarlo.
El teniente de alcalde de Seguridad del Consistorio barcelonés se muestra satisfecho de no querer imponer ninguna sanción, aun reconociendo que no se mantienen las mínimas normas sanitarias de contención.
La concejal de Sanidad del mismo Consistorio barcelonés pregonó que era importante cuidar la salud mental de una ciudad pospandémica. Ahora debería ser un momento álgido para su trabajo, y no se le conoce su actuación.
Las fiestas de Gràcia han solemnizado los botellones a costa de la ilusión de los que viven en sus calles y plazas, engalanadas con acierto y esmero, esperando a los visitantes que lo sepan apreciar.
El título de esta carta expresa los tres conceptos que deberían preocupar a los políticos: descontrol, seguridad y salud.
Xavier Prat Borrell