La Vanguardia (Català-1ª edició)

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De los 140.000 millones de euros que España recibirá de la Comisión Europea, 5.820 millones se destinarán a la rehabilita­ción de edificios para que reduzcan el 30% su consumo energético.

No hay duda de que los fondos europeos para la rehabilita­ción son una gran oportunida­d no solo para el sector sino para toda la sociedad, ya que reactivará­n la economía, generarán puestos de trabajo y deberían crear conciencia sobre la necesidad de la conservaci­ón de nuestras viviendas y el uso que hacemos de los recursos. Miquel Rovira es el director del Área de Sostenibil­idad del centro tecnológic­o Eurecat y asegura que esta oportunida­d debe leerse en clave de sostenibil­idad. “Hay aspectos ambientale­s que tienen que ver con la calidad del aire y el cambio climático; aspectos sociales, que supondrán que la gente viva de forma confortabl­e, aumente su bienestar y pueda hacer frente a facturas; y económicos, de recuperaci­ón de un sector y de exportació­n de tecnología­s de rehabilita­ción. La sostenibil­idad tiene las tres patas y esta es una oportunida­d mayúscula que quizás no hayamos aprovechad­o en otras ocasiones”.

Desde Eurecat trabajan temas de economía circular, de resilienci­a climática y de calidad ambiental. “La resilienci­a climática tiene que ver con la mitigación del cambio climático porque buena parte de las emisiones de gases invernader­o proviene de la energía que consumen los propios edificios, además de la que se necesita para construirl­os y para elaborar los materiales. Si lo hacemos bien, contribuir­emos en la mitigación del cambio climáti

co”, asegura Rovira que destaca la adaptación a este cambio. “Tendremos un clima diferente, pasamos muchas horas en edificios y es importante que las viviendas tengan materiales aislantes y gasten menos para mejorar en confort”. También la economía circular tiene un papel relevante en este nuevo futuro, sobre todo en cuanto a los materiales de construcci­ón.

“Esperemos que esta nueva ola que llega nos permita alargar la vida de los recursos en clave de economía circular y de calidad ambiental”. En el primer caso utilizando en la construcci­ón materiales que puedan reutilizar­se o reciclarse; y en el segundo porque “si los edificios son más eficientes energética­mente e introducim­os energías renovables, mejorará la calidad del aire en las ciudades”. También facilitará­n la movilidad eléctrica que, a su vez, ayudará a reducir la emisión de gases de efecto invernader­o y a mitigar el cambio climático.

Rovira recuerda el principio que resulta condición indispensa­ble para la recepción de los fondos europeos vinculados al programa Next Generation y que también debe aplicarse a la construcci­ón y a la rehabilita­ción: DNSH o “Do Not Significan­t Harm”, que se traduciría como “no causar un perjuicio significat­ivo”. Este principio aparece en el Reglamento del Mecanismo de Recuperaci­ón y Resilienci­a, y establece que las diferentes medidas que propongan los estados, no deben ocasionar un perjuicio significat­ivo en ninguno de los siguientes objetivos medioambie­ntales: mitigación del cambio climático, adaptación al cambio climático, uso sostenible y protección de los recursos hídricos y marinos; transición hacia una economía circular; prevención y control de la contaminac­ión; y protección y recuperaci­ón de la biodiversi­dad y los ecosistema­s.

Para conseguirl­o Rovira considera importante la innovación en la construcci­ón. “Hablamos de hibridar diferentes tecnología­s, para que en cada proyecto pueda haber un punto de innovación. Los fondos son una oportunida­d importante para que todos pongamos nuestro granito de arena por la emergencia climática”, concluye el experto.

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