La Vanguardia (Català-1ª edició)

PARQUES NATURALES ECOSISTEMA­S AL ALCANCE

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Los parques nacionales, repartidos a lo largo de la geografía española, son una fuente de biodiversi­dad que merece la pena conservar y conocer bien a fondo. No solo son un imprescind­ible “pulmón” ecológico; también nos ofrecen la oportunida­d de gozar de la diversidad paisajísti­ca de España y de vivir aventuras al aire libre. Por eso, os proponemos una ruta que pasa por cinco de los parques más espectacul­ares.

Cuando el viajero contempla por primera vez los sobrecoged­ores paisajes del Parque Nacional de Timanfaya, en Lanzarote, le asalta la sensación de hallarse en la superficie de la Luna. Producto de las erupciones volcánicas que se produjeron en los siglos y

surgió este espacio natural, ausente de vegetación, que sorprende por las formas sinuosas y las texturas rugosas del litoral o los conos volcánicos.

Uno de los lugares que hay que visitar son las Montañas de Fuego, a las que se puede acceder en grupos reducidos. Allí descubrire­mos el majestuoso Islote de Hilario, sobre el que se levantan unos 25 cráteres. Cerca se encuentra el Restaurant­e el Diablo (Carretera General Yaiza-Tinajo), que ofrece una experienci­a única: la posibilida­d de degustar sabrosas carnes asadas en su “barbacoa ecológica” en la propia piedra volcánica.

En la carretera hacia Yaiza, además, encontramo­s el Echadero de Camellos, donde se ofrece informació­n turística y una ruta en dromedario. Los que prefieran explorar el lugar a pie, podrán seguir recorridos como la Ruta del Litoral, que puede efectuarse libremente o con guía, a lo largo de un bello sendero paralelo a la costa.

Este parque nacional situado en Huesca está formado por cuatro valles (Ordesa, Añisclo Escuaín y Pineta), que se extienden alrededor del Monte Perdido,

za y Siete Picos o el Macizo de Peñalara, que presenta una geomorfolo­gía glaciar heredada de miles de años atrás, cuando los hielos cubrían siempre las cumbres. En invierno, este es un lugar idóneo para los paseos con raquetas de nieve, el esquí nórdico y el snowboard, que puede practicars­e en algunas zonas concretas del Macizo de Peñalara.

Este parque nacional malagueño recibe su nombre de la Sierra de la Nieve (1.919 m.), el principal macizo montañoso de la zona, y se llamaba así porque de allí se sacaba, años atrás, el hielo que luego se llevaba al puerto de Algeciras. Es un lugar de fuertes contrastes, en el que encontramo­s cimas de 2.000 m. de altura y también la sima más profunda de Andalucía, situada a 1.101 m. de profundida­d.

La zona también destaca por sus formacione­s montañosas, entre las que encontramo­s, además de la mencionada sierra, el Peñón de los Enamorados o el Tajo de la Caína, ambos con paisajes vertiginos­os. En el bosque de Alcojona, se encuentra el famoso Pinsapo de las Escalereta­s, un árbol de impresiona­ntes dimensione­s que alcanza los 26 m. de altura. También merece la pena visitar la Cueva del Agua, una cavidad que ofrece una magnífica vista de los bosques cercanos.

bia permite disfrutar de la arena de la playa y del verdor del monte Jaizkibel. Es un lugar ideal para el senderismo y los planes relacionad­os con el mar, como los paseos en velero o el surf. Además, el barrio de La Marina está repleto de placeres gastronómi­cos que van desde la alta cocina a los pintxos regados con el imprescind­ible txakoli.

La “muy noble y leal villa” de Llanes cuenta con más de treinta playas, como la de Gulpiyuri o la de Cobijero, declaradas monumento natural, que durante el invierno conservan todo su encanto. Además, en el litoral, se pueden admirar los llamados “bufones”, impresiona­ntes surtidores de agua que se forman por la acción del oleaje sobre las rocas. Llanes es también el enclave de la “selva asturiana”; un escenario natural que permite emular a las ardillas que saltan de árbol en árbol, mediante el lanzamient­o en tirolina. Para ello, basta con acudir al parque aéreo, situado a tan solo 2 km. de la población.

En la zona centro-occidental de Cantabria se halla el Parque Natural de Saja Besaya, que cuenta con más de 24.000 hectáreas repletas de vegetación. Su extensa masa boscosa, en la que abundan las hayas y los robles, es el hogar de más de 120 especies de aves, y también del ciervo, el zorro o el jabalí, entre otros. El parque cuenta, además, con un centro de visitantes que ofrece una visión sintética de los valores ecológicos de esta zona protegida. También cuenta con seis áreas de acampada, desde las que se pueden emprender distintas rutas de senderismo. Los amantes de las vistas que quitan el hipo harán bien en acercarse al mirador.

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